La muerte del capo Arturo Beltrán Leyva y de varios de sus guardaespaldas, además de la detención de otros miembros de la banda, es considerado como un triunfo de la lucha anticriminal emprendida por el gobierno de Felipe Calderón. Y esta idea es compartida dentro y fuera de México sin objeción alguna.
Pero lejos de tranquilizar a la opinión pública la desaparición de tan importante jefe del crimen organizado, la reacción casi inmediata ha sido de temor ante la guerra que se puede gestar en la lucha de las diferentes bandas por ocupar el liderazgo que detentaba Beltrán Leyva.
La disputa no es por convertirse en héroe de narcocorrido ni por los privilegios que otorga este tipo de poder, sino simple y llanamente por los 40 mil millones de dólares que genera la producción, transporte y venta de estupefacientes.
A querer y no los mexicanos nos hemos convertido en expertos opinadores sobre estos asuntos, y hoy una versión generalizada es el beneficio que los hechos sangrientos de Cuernavaca arrojarán para otro capo, el célebre Joaquín “Chapo” Guzmán, considerado el enemigo número uno de Beltrán Leyva, quien fuera su lugarteniente hasta que se convirtió en su enemigo.
Pero la muerte de éste no significa que la gente del Chapo Guzmán vaya a sustituir a cada uno de los hombres de Beltrán.
El dinero y el poder que están en juego son demasiado importantes, y lo lógico es esperar que la gente de Guzmán desplace por la fuerza a los de Beltrán quienes inicialmente estarán desorientados y a la espera de alguien dentro de su organización que asuma la autoridad que tuvo el hoy occiso.
Además la guerra no será entre dos organizaciones sino entre tres, y tal vez más, habida cuenta que otro grupo muy poderoso, el de los Zetas, verá en esta coyuntura la oportunidad para extender sus dominios.
Lo que se espera
La disputa por el poder que tenía Beltrán significa en términos más directos, lamentables y terribles, que en los próximos días habrá un incremento de ejecuciones y atentados que afectarán no sólo a quienes forman parte del crimen organizado sino en general a la población y de manera muy particular a quienes tengan la mala suerte de quedar en medio el fuego cruzado.
Aquí en Sonora, considerado por muchos como un territorio hasta ayer dominado por la organización de Beltrán Leyva, las tensiones podrían acumularse en los próximos días y desembocar en un incremento aún más notorio de la violencia que creíamos ya insuperable.
No hay pues nada que celebrar, pero sí mucho porque preocuparse.