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Nogales, Son.- Esta ciudad, que en un tiempo fue considerada la "Frontera Blanca de México", es azotada por una fuerte ola de crímenes que rebasa con mucho la capacidad de las corporaciones policiacas para hacerle frente.
Sólo en días recientes se dio a conocer el hallazgo de seis cuerpos semienterrados, el asesinato de policías y agentes federales, hoy el acribillamiento de tres personas en un restaurant y el hallazgo de dos cuerpos con narcomensajes.
En esta ciudad donde ronda la muerte a la vuelta de la esquina, la gran mayoría de sus residentes, gente de orden y trabajo, prefiere encerrarse en sus casas al caer la tarde y no averiguar mucho de lo que está pasando. Sólo comentan los balazos recién escuchados y esperan que se informe de que se trató.
A pesar también de esta danza macabra, miles de sonorense siguen arribando a Nogales para pasar al otro lado de la frontera y realizar sus compras navideñas. Ni la violencia ni la crisis han alterado esta costumbre que se repite cada fin de año.
Cientos, miles de automóviles hacen cola en la garita y dentro de ellos se percibe el bullicio, la alegría de las familias que vienen de Hermosillo, de Obregón y otras ciudades para inundar las tiendas de Nogales y Tucson Arizona, algunos llegan hasta Phoenix.
La ciudad vive una calma chicha en los vecinos realizan sus tareas habituales, van al trabajo, van de compras, conviven... hasta la siguiente balacera que deja sin habla a muchos pues sólo queda esperar el informe ofical de los hechos.
Muchas estrategias han desarrollado los gobiernos municipal, estatal y federal para poner orden y paz en Nogales, pero ninguna ha tenido efecto. La violencia sigue creciendo y cuando se detiene a algunos sicarios, como los que recién asesinaron a un policía y a un agente del ministerio público, eso no reduce la brutalidad ni la frecuencia de los asesinatos.
Por el contrario, parece que a cada golpe aislado al crimen organizado, éste responde con más fuerza e impunidad que antes.
Y así los nogalenses ven pasar la muerte en las camionetas y carros cerrados que transportan a individuos de aspecto dudoso, ante la impotencia de policías municipales, estatales y agentes de tránsito.
Llegan elementos del Ejército y policías federales, se anuncian operativos espectaculares... pero la muerte sigue acechando tras las sombras y a plena luz del día.
