En México la sociedad civil es poco numerosa y poco organizada, no tiene recursos ni un grado de profesionalización suficientes para acometer todas las tareas que debe enfrentar, señala Armando Chaguaceda Noriega.
Hay leyes y programas de apoyo que reglamentan y favorecen el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil (OSC), pero en la práctica no funcionan del todo debido a la escasa población que participa en este sector y a la carencia de una democratización real de la vida pública, comenta el investigador cubano que el pasado mes de noviembre asistió al encuentro de OSC realizado en esta ciudad por la Red Comunitaria de Sonora.
Miembro del colectivo autónomo de escritores y artistas de Cuba, promotor de un proyecto cultural para jóvenes de su país, Gaguaceda Noriega realiza actualmente un estudio sobre la situación de las OSC en América Latina.
“Situación condicionada por el entorno político y social de cada país”, explica.
En el caso de México, dice, se ha alcanzado una democracia electoral pero aún no se tiene una vida pública democrática pues todavía prevalecen las decisiones de poder y la escasa participación de la gente en la toma de decisiones.
Precisa:
“Aún influye la cultura política autoritaria, solapada por el neoliberalismo, autoritaria y mercantil, clientilista, personalista y patrimonialista”.
México y otros países de América Latina, agrega, aún tienen democracias frágiles con una ciudadanía de baja intensidad, no se cubren los derechos básicos de todas las personas.
Los ciudadanos son considerados por el poder como súbditos o clientes y el espacio de democratización está acotado, reitera.
Geografía de las OSC
Sobre la presencia de las OSC en el territorio mexicano, Chaguaceda afirma que son evidentes las diferencias de acuerdo a la región.
En el norte, explica, priva una cultura conservadora y eso se refleja en la sociedad civil organizada.
“Pero esto no significa que las OSC sean retrógradas, por el contrario, muchas de ellas están más modernizadas y su actuación arroja beneficios importantes sobre la población de escasos recursos. Aquí prevalece un modelo de filantropía parecido al de los Estados Unidos”.
En el sur del país, continúa Chaguaceda, las OSC son más radicales, van por el todo o nada, mientras que en el centro tienen un perfil liberal y existe una relación más fluida con el gobierno.
Pero en todas las regiones, las OSC tienen debilidad numérica y son asimétricas con respecto al Estado y al poder económico.
El caso de México se encuadra en la situación que priva en América Latina donde se identifican tres tendencias de gobierno:
La autoritaria, con el caso ilustrativo de Venezuela y Chávez; la democrática participativa, similar a la que hoy prevalece en Brasil, y la neoliberal, modelo donde se ubican México y Chile.
En el caso de México, dice, la expansión del llamado sector social puede ser compatible con el modelo neoliberal, y en particular deben impulsarse las OSC impulsoras del desarrollo y las defensoras de los derechos humanos.
Y advierte:
Por la naturaleza de su trabajo, las OSC pueden ser políticas, pero nunca partidistas.