Aunque comer pescados y mariscos frescos es fuente de proteínas, fósforo magnesio, vitamina A y selenio, debe tenerse cuidado especial por las enfermedades gastrointestinales.
La nutrióloga Martha Leticia Martínez Viveros, coordinadora de Programas Integrados de Salud del IMSS, destacó que al ser productos rápidamente perecederos, su consumo en condiciones inadecuadas puede generar salmonelosis o diarrea.
Al comprar pescados y mariscos, es importante percibir su aroma y si desprende olor a amoniaco o tiene mal olor, no debe consumirse, señaló.
En el caso del pescado, hay que revisar que los ojos estén brillantes, cristalinos y saltones o de lo contrario, cuando ya se ven opacos, oscuros o grisáceos es síntoma de que el alimento no está en buenas condiciones.
Añadió que las escamas deben ser brillantes y pegadas a la piel, rojizas o rosadas, libres de golpes o color que no sea el propio o característico de los alimentos.
Además, la carne debe ser firme y si al presionar con un dedo, la carne queda marcada, significa que es un pescado que no reúne las características de frescura.
Dijo también que la seguridad del consumo de pescados y mariscos incluye la compra, almacenamiento y preparación en forma correcta, y lo mejor es prepararlo en casa.
Insistió en que es importante que el establecimiento que vende pescados y mariscos reúna las condiciones de higiene, conservación bajo refrigeración o colocados sobre camas de hielo y, de preferencia, que no estén al aire libre, expuestos al polvo.
Esta temporada es un buen pretexto para que la población revise sus hábitos alimenticios e incluso acuda al médico para que le sean practicados algunos estudios de laboratorio, para determinar sus niveles de colesterol, triglicéridos y glucosa, manifestó.