ARIVECHI.- Arivechi es sólo un ejemplo de lo que pasa en los pueblos serranos de Sonora:
Agobiado por el desempleo y falta de desarrollo hace varios años y, recientemente, asediado por el crimen organizado, es un municipio que pronto será habitado solamente por adultos.
La situación es tan grave que ya está vista la posibilidad de que su Escuela Secundaria Técnica Agropecuaria número 14 sea cerrada por falta de alumnos.
“En unos años más, en vez de municipio será asilo”, afirma el profesor Claudio López García, director del plantel.
Esta comunidad, sostiene, con apenas 700 habitantes, es víctima del proceso de emigración por falta de oportunidades para sus habitantes.
Los jóvenes a veces sin concluir sus estudios emigran a otros municipios o bien hacia Estados Unidos porque no hay un motivo que los arraigue en su pueblo, sostiene.
La ganadería y la agricultura, principales actividades económicas de Arivechi, enfatiza, sólo sirven para sobrevivir pero no hay reales fuentes de generación de empleos y riqueza.
Y lo que se supone vendría a mejorar la economía regional, la mina Mulatos, en realidad no ha generado el desarrollo deseado pues apenas un puñado de residentes de la comunidad trabaja ahí.
Lo que se ha dado al campo para sobrevivir es sólo paternalismo, refiere, pues el Procampo sirve para subsistir unos cuantos meses.
Lo que se necesita más bien son programas que fortalezcan las actividades agropecuarias, la minería, el turismo y brinden empleos que arraiguen a la gente, dice.
De otra manera, la escuela secundaria pronto será cerrada pues apenas tiene 66 alumnos, de los cuales apenas 40 son de Arivechi y los demás forman parte del internado del DIF Sonora que envía a niños con problemas familiares desde otros municipios.
De hecho ya hay lugares en la sierra como La Iglesia, en donde las escuelas han sido cerradas por falta de alumnos y pronto podrían engrosar esas filas las de Bamori y Cajón de Ónapa, sostiene.
Las únicas fechas en que esta comunidad se ve llena de vida son en diciembre o en Semana Santa, cuando los emigrados vienen a visitar a sus familiares, dice, o bien para las fiestas de Santa Rosalía, en septiembre.
El resto de los meses, indica, las casas y las calles se ven vacías, huecas, desangeladas.
Casos similares
El panorama no es mejor en otras comunidades como Yécora, Sahuaripa, Tepache o Moctezuma, entre otras.
Y es que, aunado a la problemática económica, esas poblaciones se han visto asediadas en los últimos meses por comandos del crimen organizado.
En Sahuaripa todavía recuerdan a los hermanos Isidro y Carlos Castro Salas; Jesús y Hemigdio Castro Realivázquez, y a Juan Bejarano Quintana, ejecutados por sicarios el 7 de marzo pasado en la comunidad de Guadalupe.
Los habitantes de Sahuaripa dicen que los caminos serranos se han vuelto intransitables en las noches debido a la presencia de gente armada a la que, en vez de detener, los policías, estatales o municipales, los escoltan.
Se han dado casos de personas que salen en las noches de Sahuaripa a Arivechi y en el camino son golpeados por los asesinos, indican.
O bien, a los comerciantes les cobran cuotas supuestamente para darles protección y si no “jalan”, secuestran a un familiar, al que torturan hasta que se accede a sus peticiones.
En la zona limítrofe con Chihuahua se vive con horror, destacan, por la presencia de comandos de carteles nacionales que ingresan a Sonora “Juan por su casa” sin que alguien los detenga.
Ya es tiempo, afirman vecinos de Sahuaripa, de detener esta situación y que no salgan las autoridades estatales con que se vive en paz porque los habitantes de la sierra son el claro ejemplo de que no es cierto ese discurso.