Sin que fuera un tema laboral, la posible construcción del acueducto de El Novillo quedó fuera de las demandas por el Día del Trabajo.
A la llegada al paso a desnivel de la calle No Reelección, los contingentes leían una enorme manta que daba el sí al Plhino y una desaladora para Hermosillo, pero el no al acueducto.
Los integrantes del Movimiento Ciudadano por el Agua se instalaron justo a la salida de los contingentes y en un principio sólo se oyeron las voces del “no” provenientes de Alberto Vizcarra Osuna y Jesús María Martínez.
De manera tímida los contingentes del Sindicato del Ayuntamiento o de los Trabajadores al Servicio del Estado respondían al “No al Novillo” y los de la CFE tomaron un poco más en serio las arengas.
Pero cuando llegó el turno de los sindicalizados de la CTM, encabezados por Antonio Valdez Villanueva y los también diputados Faustino Félix Chávez y Raúl Acosta Tapia, el grito tomó forma.
“No al Novillo”, “No al Novillo”, coreaban los trabajadores y hasta el diputado federal Rogelio Díaz Brown Ramsburgh, quien ya se había colado al contingente cetemista luego de deambular entre los del SNTE y el Issste, sin encontrar acomodo.
Ni siquiera al desayuno en la casa del ex alcalde Francisco Villanueva Salazar acudió, menos el actual presidente municipal, Manuel Barro Borgaro, quien de plano declinó a la invitación.
Durante la marcha, Villanueva Salazar y Díaz Brown Ramsburgh mantuvieron su distancia, si acaso un frío saludo.
Y cuando los empleados de las maquiladoras pasaron por el Palacio Municipal, pidieron al alcalde, quien los observaba desde el balcón, que luchara por el agua de los cajemenses.
En su gran mayoría los manifestantes exigieron no aceptar las reformas a la ley del trabajo, aunque extrañaron la presencia de los trabajadores del IMSS, que siempre le ponen mucha salsa a su paso por las calles.
Los maestros en específico pidieron la rezonificación, mientras otros sindicalizados exigieron tarifas justas al agua potable y la energía eléctrica e incluso condenaron la nueva legislación migratoria de Arizona.
Hasta doña Margara Francisca se puso a bailar ante los observadores del desfile y frente al balcón municipal se alzó la falda y envió besos a cuantos pudo.
Al final, con un moño negro en las camisas o los camiones, los trabajadores y directivos del SUBA solicitaron el esclarecimiento del asesinato reciente de sus tres compañeros.
Barro Borgaro se unió a sus reclamos colocando su mano derecha sobre el corazón en señal de duelo.
Y los grandes camiones del SUBA o los dompes de los transportistas de carga remataron la larga fila de contingentes que, una vez más, convirtieron en fiesta su día, el de los trabajadores.