Cientos de peces han muerto debido a las obras de desazolve en la Laguna del Náinari.
A las tortugas se les ha visto cruzar la calle que rodea a la Laguna en busca de un lugar más humedo. Y allí van los animalitos, fatigados por la sed, caminando paso a pasito, tan lentos como tortugas, arriesgando la vida entre los automóviles que circulan por allí.
Una mujer joven se detuvo y rescató a una tortuguita. Dice que la quiere para llevársela a su hija de 6 años,
La Laguna se ha quedado sin agua. Pronto volverá a tenerla y, prometen las autoridades, será agua fresca, en movimiento, no como la tuvo hasta hoy, estancada.
Pero el anuncio de convertir a la Laguna en un sitio para la práctica de deportes acuático, tal vez no tiene muy contentos a los pájaros, patos, peces y tortugas que han hecho de este sitio un santuario.