Acosada por problemas financieros, de enfermedades y de organización, la acuacultura del sector social en Sonora ha aprendido la lección y busca recuperar su esplendor.
En la década de los 90, la camaronicultura sufrió una explosión fuerte en su desarrollo.
Con programas de apoyo enfocados al beneficio del sector social, como el Agrario Integral de Sonora (PAIS) con el cual familias de escasos recursos fueron dotadas de terrenos para uso acuícola.
Obtuvieron apoyos para el desarrollo de proyectos camaronícolas, principalmente, y se crearon los parques acuícolas para darle más sustentabilidad a la actividad y hacer una actividad más ordenada y amigable con el medio ambiente.
De acuerdo con el profesor Miguel Ángel Castro Cosío, los proyectos funcionaron muy bien, con pocos problemas de enfermedades, buena comercialización de la cosecha y buenos precios de mercado.
Los insumos tenían precios razonables, indica el dirigente de la Unión General Obrero, Campesina y Popular (Ugocp) y a pesar de que las producciones no eran como las actuales, los proyectos eran más rentables y generaban mayores márgenes de utilidad.
Más exigente
Al pasar de los años, afirma, la actividad se volvió más exigente en sus manejos técnicos, de organización, administrativos y de comercialización y los costos de los insumos se dispararon.
Se presentaron enfermedades como el Síndrome del Taura, Virus del IHHNV, Virus de la mancha blanca (WSSV), NHP, Vibriosis y otras que golpearon fuertemente la actividad, al grado de casi desaparecerla.
Con el golpe terrorista del 11 de septiembre de 2001 al país más poderoso del mundo, así como las recesiones económicas de los países importadores y el mismo México, la acuacultura fue golpeada como nunca.
“Al parecer no nos preparamos para esa etapa, seguíamos trabajando con los mismos manejos en las granjas y los costos de producción eran igual o mayores.
“No hubo en los años buenos una reconversión de capital que permitiera a los proyectos soportar o afrontar los años malos con un blindaje bien cimentado en la capitalización, la capacitación y las innovaciones tecnológicas.
“Nos rebasaron los problemas, no miramos a largo plazo, no tuvimos una visión ni misión sustentada en un proyecto duradero y el resultado actual, después de 20 años de la actividad camaronícola en el sector social, es grave”, refiere.
Embargo o renta
Hoy en día, hay granjas rematadas por la banca, otras fueron embargadas o están rentadas a particulares, tienen altas carteras vencidas o, lo peor, están abandonadas.
Aunque las preguntas sobre qué pasó y en qué se falló todavía se hacen, admite, puede decirse con certeza que los socios trabajaban en las granjas y no precisamente de la manera más correcta.
Los campesinos no respetaban las decisiones de los biólogos o ingenieros porque se creían jefes, no respetaban los reglamentos internos de trabajo, faltaban cuando querían y no se les podía despedir porque tenían el apoyo de los líderes, refiere.
Se presentaban robos de camarón y equipos, no había una capacitación verdadera hacia los técnicos, sostiene, sino que los que aprendían sobre el aspecto técnico eran los mismos líderes y ese fue un error muy grande.
Lo administrativo
Ya han entendido, dice, que en el aspecto administrativo el proyecto debe tener sustentabilidad económica y financiera, no depender del paternalismo gubernamental sino caminar solos, con sus propios recursos y eso sólo se logra con buenos resultados, haciendo bien las cosas.
Es importante también capitalizar las granjas con equipos que les permitan realizar los trabajos de mantenimiento a los estanques para abaratar costos y que sean trabajos de mejor calidad, sostiene.
Como el alimento es el insumo más caro, aproximadamente el 60% de los costos, es importante la creación de una planta de alimento balanceado que sea vendido a precio de costo por lo menos los primeros cinco años, hasta que la empresa se capitalice.
Aunque el interés de la acuacultura ha aumentado, el desarrollo real de la tecnología acuícola apropiada ha sido lento, lo que trajo un vacío en cuanto a modelos de manejo que permitan optimizar los rendimientos de las especies, asegura.
Y en el aspecto de comercialización es necesario un organismo que ayude a conseguir mecanismos y líneas de comercialización que den más seguridad en las ventas.
La mayoría de las granjas no tienen capacidad de comercializar la cosecha y en esa etapa es cuando ganan o pierden si no se hace bien.
Es importante una campaña de promoción todo el año ya que Sonora se ha vuelto el estado que más camarón de acuacultura produce a nivel nacional y es necesario llegar a los nichos de mercado de exportación idóneos, puntualiza.