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Mi amigo El Guamúchil

Jorge Lizárraga Rocha
Viernes 04 de Junio de 2010
 

Jorge Agustín Lizárraga Rocha

Yo no lo planté, ya estaba ahí desde hace muchos años; sin embargo, desde que lo conocí sentí  un gran apego hacia él al ver cómo los demás vecinos del campo recurren a él para disfrutar de su sombra, sus vainas o nada más para mitotear sobre los sucesos del día.

Indagando algo sobre sus características, encontré un par de archivos en internet que hablan sobre ellas, a continuación me permito transcribirlas:

Su nombre científico es: Pithelecellobium dulce

Sus usos principales son como forrajero, alimento y medicinal.

Es un árbol perennifolio (supongo que quiere decir que siempre tiene hojas, pues desde que lo conozco nunca lo he visto pelón), frondoso y robusto, alcanza entre 15 y 20 metros de altura. Es un árbol nativo de México y se distribuye naturalmente desde Baja California y Sonora hasta Campeche y Yucatán.

Entre los usos más destacados se encuentra la extracción de la goma arábiga. Es apto para su uso como leña y carbón. El arillo carnoso agridulce que rodea la semilla es muy apreciado en algunos lugares como complemento alimenticio y para elaborar bebidas refrescantes. Su madera es poco apreciada por ser quebradiza, pero en las zonas rurales se utiliza en la construcción de viviendas. Las vainas y el follaje se utilizan como forraje en época de secas para el ganado. La flor produce miel de buena calidad.

Su fruto es una vaina larga, enroscada, se abre sólo cuando sazona y tiene muchas semillas de color café oscuro.

Sus usos medicinales son principalmente para el tratamiento de la diarrea, cociendo un puño de la cáscara del tallo y se toma como agua de uso. Cuando pica un alacrán y si siente que se está ahogando y no puede respirar, se toman uno o dos vasos del cocimiento y se puede revertir el problema.

Parte de esta información fue obtenida de escritos de la División de Ciencias Forestales de la Universidad Autónoma Chapingo, de las Ingenieras Olga Lidia Reyes y Rosalba Juárez.

Hasta aquí lo técnico del guamúchil.

Por otro lado y refiriéndome específicamente a mi amigo el Guamúchil que se encuentra a unos 30 metros de la residencia norte, su papel es esencial para el funcionamiento ambiental del entorno adonde se encuentra ubicado.

Los animales terrestres, principalmente los chivos, vacas y caballos (y sus parejas para que no me acusen de sexista) acuden a lo largo del día a protegerse de los rayos del sol y a alimentarse con sus hojas y vainas. Es verdaderamente relajante ver cómo estos animales conviven con el guamúchil, pues incluso al comer parte de él, lo están podando para que surjan rebrotes más fuertes y así el guamúchil se mantenga fuerte y sano. También me ha tocado ver algunas liebres orejonas que se acercan a él, pero por ser nerviositas no permanecen mucho tiempo ahí, ellas prefieren la seguridad de los matorrales con espinas.

Al Guamúchil recurren los pájaros de diversas especies; es una gran alegría escuchar la sinfonía que forman con sus cantos. Las mejores horas para escucharlos es al amanecer y al atardecer. Da la impresión de que en la mañanita se reúnen para ponerse de acuerdo en lo que van a hacer durante el día y al anochecer para comentar sus logros del día.

Entre los asistentes a esta sinfonía nunca faltan algunos que meten ruido a la reunión, me refiero a los pericos verdes de pico naranja (que por cierto están en peligro de extinción), los chanates y chanatillos que con su escándalo a veces no dejan que se pongan de acuerdo los demás pájaros y ellos aparentemente no aportan nada a la sinfonía; sin embargo no es así, ellos también forman parte de la sinfonía, solamente que sus voces por ser más escandalosas alteran el ambiente, pero es necesario escucharlos y que participen para completar el cuadro.

Por todo lo anterior es fácil entender por qué considero al Guamúchil como mi amigo, aunque yo no le aporto nada ni le quito nada, aunque un día de estos voy a pedirle algunas vainas para hacer un agua fresca con ellas, que me dicen que es muy refrescante. Adicionalmente, después de casi 55 años ahora entiendo por qué de chico me puse una empachada de aquellas al comer en exceso de sus frutos, al ser antidiarréico y no necesitarlo, me pasé varios días con los ductos tapados.

Creo que no sería nada malo que los humanos que cada vez buscamos, a veces enfermizamente, motivos para tener desacuerdos más que acuerdos, ojalá y tuviéramos un Guamúchil donde platicar.

A lo mejor con la cabeza fría, producto de la sombra del Guamúchil, pudiéramos coincidir sobre la mejor manera de manejar el agua en Sonora y en nuestra región; cómo aplicar la justicia, sin revanchismos políticos-personales, a los responsables de la tragedia de Hermosillo, principalmente para evitar otras; como mejorar nuestro entorno dándole más importancia a lo verdaderamente esencial que son los recursos naturales y dejar de lado, o en un tercer o cuarto término, los aspectos meramente monetarios. O simplemente me gustaría una reunión de amigos para comentar los sucesos del día.

Por lo pronto me conformo con ver con envidia cómo los animales que viven de él y con él disfrutan de esa armonía natural.

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