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Los pacientes que se encuentran en la fase terminal de cáncer ya no culminan su vida con el sufrimiento físico natural que provocan los tratamientos de radio y quimioterapia, gracias a la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos, que se encuentra en el Hospital General Regional No. 1 del IMSS.
En esta clínica del IMSS se atiende no sólo a pacientes oncológicos en fase terminal, sino también en fase de tratamiento; además brinda atención de primer nivel a quienes provienen de otras especialidades médicas como ortopedia, siempre con el principal objetivo de reducir o eliminar el dolor, explicó la doctora Patricia García Ramírez, coordinadora de esta área.
“Con el tratamiento se convierten en pacientes que ya no ingresan múltiples veces a los servicios de urgencias de un hospital por dolor, que es el síntoma principal de enfermedades oncológicas”.
El 70% de las más de cuatro mil consultas realizadas han sido enfocadas a la atención de pacientes oncológicos, y de este grupo, cerca del 60% son enfermos que tienen conocimiento de estar en la fase terminal de su enfermedad.
El equipo multidisciplinario que trabaja en la Clínica del dolor y cuidados paliativos, tiene un esquema de trabajo muy bien definido: de lunes a viernes realizan las consultas, con excepción de los martes, día en que llevan a cabo procedimientos en quirófano, donde se hacen bloqueos, que consisten en aplicar medicamentos de forma subcutánea, y que con el paso del tiempo eliminan la necesidad de una cirugía en los padecimientos ortopédicos.
Sin embargo, el trabajo no sólo se queda en el hospital, ya que los familiares de pacientes oncológicos en fase terminal, forman parte del control médico, a través de un programa que se denomina “analgesia domiciliaria”, en el que aprenden a aplicar medicamentos para disminuir o eliminar síntomas o efectos como las náuseas, el vómito, el dolor o la dificultad respiratoria.
“El papel de la familia es muy importante, porque nosotros tenemos que hacer que la familia se involucre con el paciente, con sus cuidados, cómo atenderlo en su domicilio, desde la higiene, la alimentación, y tratamos de darles ciertas tareas a los familiares, para que no se concentre todo el trabajo en una sola persona que cuide al paciente.
“Hemos tenido muy buen éxito con los pacientes porque se logran mantener bien controlados en domicilio y vienen con nosotros a surtir medicamentos cada cinco o diez días, y nosotros nos dados cuenta de sus avances, y vamos analizando si hay que aumentarle la dosis al paciente, de acuerdo a sus necesidades”, explicó la doctora García Ramírez.
La perspectiva psicoemocional es también de gran importancia para quienes tratan a los pacientes en la clínica, porque muchos de ellos tienen años viviendo dolores crónicos, y que sólo a través de un convecimiento de psicológos, médicos, nutriólogos y del área de trabajo social, se les ayuda a superarlo.
“Es muy bonita la experiencia de ayudar al paciente, porque vemos cómo llegan, con el sufrimiento físico natural que les provocan tratamientos contra el cáncer u otros padecimientos, pero a las 24 horas del tratamiento en la clínica del dolor, ya los puedes ver comiendo... Le cambia la vida al paciente y al familiar también, que siempre se muestra muy agradecido hacia el Seguro Social”.
