Como si lo hubieran traído los vientos del sur, así apareció este conchero en las calles de nuestra ciudad.
Gente orgullosa de su cultura que se afana en agradar a los automovilistas a cambio de unos cuantos pesos.
La mayoría de los conductores están muy ocupados o no traen feria o simplemente no les interesa ayudar al prójimo.
Pero el hombre sigue con sus brinquitos y sus pitidos de flauta.