El proyecto de remodelación de la Laguna del Náinari contempla un área de restaurantes donde se expenderán bebidas alcohólicas.
Allí donde hoy están los puestos de cocos y donde se detienen los visitantes a descansar en una banca mientras los niños juegan en los columpios, en esa área estará la área de restaurantes que será concesionada a particulares.
El alcalde Manuel Barro Borgaro explicó la venta de bebidas alcohólicas sólo será como parte del servicio que ofrece cualquier restaurante, pero de ninguna manera, aseguró, se convertirá a esos lugares en centros para emborracharse.
"¿Cuándo has visto que alguien llegue al Sanborns o a un restaurante sólo para embriagarse?", preguntó el alcalde.
Los restauranteros desplazarán a los coqueros quienes serán reubicados frente a la calle Kino.
La reinauguración de la Laguna se tiene programada alrededor del 21 ó 22 de diciembre, según se confirme en la agenda del gobernador Guillermo Padrés Elías.
Dudas
Al confirmarse que los restaurantes desplazarán a los puestos de cocos del área que tendrá mejor vista hacia las fuentes danzantes, surgen una duda que en poco tiempo se resolverá:
¿Esta redistribución de los espacios no alejará del mejor espacio de la laguna, el que está bajo los árboles frondosos, a la gente que sólo va a pasear, a los deportistas y en general a todos aquellos que buscan la sombra de los árboles?
La respuesta oficial será por supuesto que eso nunca sucederá porque el tránsito de personas es libre, no tiene costo.
Pero poco a poco el área será dominada por los restauranteros y sus clientes y, como suele suceder, las demás personas optarán por buscar otros lugares donde se sientan más cómodos.
La respuesta correcta la dará el tiempo.
Por lo pronto ya es un hecho que la Laguna del Náinari se ha hecho más chica en aras del lujo artificioso.
Y el límite del espejo de agua es más peligroso por el pronunciado declive del suelo.