|
Tienen varios años realizando este trabajo: Uno vende algodones de azúcar; el otro, globos; aquél vende dulces y los otros, elotes.
Son los vendedores ambulantes de la Laguna del Náinari, durante años han estado allí y forman parte de las tradiciones en esta paseo, además realizan un trabajo honesto con el que sostienen a sus familias.
"Y pagamos impuestos como el predial", dicen.
Pero ahora su trabajo está amenazado porque no cabe en el proyectro de remodelación de la Laguna, donde sí cabrán restaurantes de lujo, pero ellos, los ambulantes, no. Que se vea prosperidad, pero no vendedores humildes. Los pobres no cuentan más que para apiadarse de ellos, regalarles algo y tomarse la foto.
El grupo de vendedores ambulantes de la Laguna actúa por iniciativa propia, sin interferencia hasta ahora de algún líder que quiera moverlos para hacer ruido, llevalos a su partido y vivir de ellos.
El mejor lugar para vender
"Un día después de la inauguración de las fuentes llegó un empleado del Ayuntamiento y nos dijo que nos pusiéramos más allá del muelle, hacia la Kino. Antes nos colocábamos a la entrada viniendo por la Guerrero, porque es el mejor lugar para vender"
"Aceptamos irnos más allá del muelle, pero ahora ya ni siquiera nos dejan estar allí, sólo nos corren, nos dicen váyanse de aquí o los va a sacar la policía".
Habla Ernesto Murillo, un joven de 29 años que tiene alrededor de cinco años vendiendo en la Laguna.
Con ese trabajo sostiene a su familia y se aferra a la actividad "porque no quiero terminar en la maquiladora, allí trabajas mucho y te pagan muy poco".
Juan Monge Agüero tiene 40 años vendiendo elotes en el exterior del Seguro y cuando cierra allí se lleva el triciclo a la Laguna.
"Es lo que tenemos que hacer a diario para mantenernos, mucho jale, pero es mejor así que andar de narco o en otras mañas", comenta.
Hace unos días prestó el triciclo con elotes a su hija, madre soltera de dos niños, "pero apenas la vieron los policías se la llevaron en una patrulla con todo y triciclo".
Ya son varios años viviendo del ambulantaje, no le hacen daño a nadie y, dicen, "estamos dispuestos a pagar un permiso, pero el Ayuntamiento no nos quiere dar el permiso."
Desesperados porque no tienen otro ingreso para sostenet a sus familias, piden la solidaridad de la gente que va a la Laguna y la comprensión de las autoridades municipales.
Las autoridades pueden responder, o dejarlos en manos de un líder que hará más grande el problema para sacarle provecho.
