El afán de lucro de algunos laboratorios médicos los lleva a engañar a la población al ofrecer una inexistente vacuna contra el cáncer cérvico uterino (CCU), advierte el prestigiado ginecólogo Mario Alberto Chávez Zamudio.
Y algunos médicos la aplican a altos precios a pesar de que en los casos donde la mujer ya tiene una vida sexual activa, no surtirá el efecto deseado.
Chávez Zamudio explica:
No hay tal vacuna; se trata en realidad del antídoto contra el virus del papiloma humano, que es un factor de riesgo necesario en el CCU más no suficiente.
El virus del papiloma, agrega, se transmite por vía sexual y está presente hasta en un 80 por ciento de la población con práctica sexual, aunque la mayor parte no sabe que lo porta y lo elimina por medio del sistema inmunológico.
Desde hace 15 años se realizan investigaciones para atacar el papiloma y ya se tienen dos vacunas disponibles a nivel comercial; ambas generan anticuerpos que previenen los virus más comunes asociados al papiloma .
Pero las vacunas sólo previenen la infección y cuando se aplica en mujeres que no han tenido vida sexual, subraya el entrevistado.
En cinco años la mujer vacunada desarrolla un alto nivel de anticuerpos, pero para saber con precisión si la vacuna es efectiva contra el CCU habrá que esperar cuando menos tres décadas, y aún no se sabe si el virus pueda tener mutaciones.
El engaño mercadológico consiste pues en anunciar la vacuna contra el papiloma como si se tratara de una vacuna contra el CCU propiamente, y aplicarla a mujeres en edad adulta que ya han tenido vida sexual activa.
Además, comenta Chávez Zamudio, la vacuna contra el papiloma tiene un costo general de aproximadamente 100 dólares, se aplica gratuitamente en instituciones públicas de salud, pero algunas mujeres acuden a clínicas donde se las venden hasta en 500 dólares.
La paciente cree erróneamente que por tratarse de medicina privada la vacuna es más buena, cuando en realidad es la misma que se aplica en las instituciones públicas.
Lo importante, destaca el ginecólogo, es insistir en la prueba periódica del Papanicolaou cada seis meses cuando menos después de que se ha iniciado la vida sexual de la mujer.
Si bien la vacuna no protege al 100% en una mujer que ya inició su vida sexual, porque la posibilidad de estar en contacto con algún subtipo del virus es alta, todavía podría protegerla contra aquellos subtipos virales que potencialmente no la hubieran infectado.
Cuando el virus y las lesiones que provoca se detectan en forma temprana, en su fase 1, hay una 80 por ciento de probabilidad de cura; pero si se detecta en la fase 4 la posibilidad de sobrevivencia es del 15 por ciento.
Para que se desarrolle el CCU, señala el ginecólogo, debe haber una infección presente del papiloma, pero también existen otros factores de riesgo como relaciones sexuales o partos a edad temprana, tener más de una pareja, tabaquismo, varios partos, infecciones comunes, consumo de anticonceptivos por más de cinco años y no realizarse de manera periódica la prueba de Papanicolaou.
El cáncer cérvico uterino (CCU) necesita más de 15 años para desarrollarse, tiempo en el que se desarrollan lesiones precursoras.
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