Después de varios días de noticias horrendas, de amenazas de bombas y el pánico generalizado que ocasionaron los rumores a media semana, hoy, este sábado por la noche, Ciudad Obregón no duerme. Festeja.
Traes caer el último out en el estadio Tomás Oroz Gaytán, el público que estaba allí pero también el que seguía el partido a través de la televisión o por radio, todos explotaron de júbilo:
¡Yaquis, Campeones!
El público se desbordó e invadió el campo, hubo quienes lloraron de alegría, la celebración parecía incontenible por los cientos de policías que realizaron una indispensable y efectiva labor de seguridad.
Todos querían tocar a los héroes, a Iker, a Murillo, Valencia, Fornés, Díaz, Cabrera, Chicote Ayala, Adrián Ramírez, Castellanos, Quevedo... Todos los jugadores que hicieron posible esta alegría muy merecida para una ciudad que ha empezado el año con la poca honrosa distinción de ser la ciudad de Sonora donde más ejecuciones han ocurrido.
Por un momento todos se han olvidado de ejecuciones, de rumores tenebrosos y de la cultura de la muerte. El lado oscuro de la vida.
Ahora se festeja un triunfo deportivo. Es el lado brillante de la existencia, éste donde se encuentra ahora Ciudad Obregón.
Son las dos de la mañana y en la calle Miguel Alemán sigue el festejo, dentro de unos días seguirá hablándose de lo mismo y poco a poco todo será un grato recuerdo para la afición yaqui.
Gracias a los beisbolistas que han cambiado el rostro de Cajeme con un triunfo inobjetabe y un quinto campeonato de maravilla.