Dice no tener un diagnóstico político sobre el Sur de Sonora, “pues más que en lo que escucho, confío más en lo que veo y apenas voy llegando”, declara Rubén Héctor Espino Santana, quien ayer martes fue presentado en las oficinas del PAN con el cargo de Delegado Regional.
Ex titular del Icatson y de la Subsecretario del Trabajo en el sexenio del Nuevo Sonora Ciudadano, el sanluisino también fue diputado local en la 57 legislatura y alcalde del 2006-2009, plaza que entregó al PRI tras varios años de gobernar el albiazul.
Enfundado en un traje azulmarino con rayas, Espino Santana comenta sobre sus nuevas funciones como operador político: “Se trata de ser una instancia que mejore las relaciones entre los gobiernos y las dirigencias del partido” en 8 municipios de la región, sin contar Navojoa.
Como dicen en el argot político, “vengo a tejer fino, pero también duro cuando sea necesario” acepta el político fronterizo, mientras saluda a la militancia que en ese momento se encuentra en las oficinas de la calle Colima, entre ellos el Oficial Mayor de Cajeme que justifica así su presencia en horario laboral: "Es que yo no checo".
Acepta que el reto que tiene enfrente es complicado, sobre todo porque viene de una tierra que está a 900 kilómetros, pero confía en su experiencia como operador político, pues argumenta que “la mayoría de mi carrera la política ha sido en el partido, así que no es nada nuevo”.
“Desde que entré a la política en al año de 1991, solo he estado 7 años en cargos públicos, el resto que es la mayoría ha sido en labores del partido. En San Luis Río Colorado ocupe todos los cargos, solo me faltó ser presidente del comité municipal”, expone orgulloso.
Sin oficinas todavía para despachar, Espino Santana tiene dura la tarea “de apagafuegos”, sobre todo cuando ya salen a relucir públicamente las divisiones y enfrentamientos entre los distintos grupos del panismo local.
“Lo bueno es que tiene cerca la oficina de bomberos”, alcanza decir en tono de broma uno de sus acompañantes, a lo que el delegado regional acepta de buena gana la ocurrencia, consiente que desde ya, debe poner todas sus vísceras al servicio de la unidad.