La desconfianza sigue rondando entre los coqueros de la Laguna del Náinari, pese al anuncio reciente del alcalde de Cajeme, Manuel Barro Borgaro, de que el proyecto definitivo les traerá bastantes beneficios.
Para Guadalupe Leyva, representante de los comerciantes, no está descartada una reubicación por parte del gobierno municipal ante las serie de contradicciones que han declarado los funcionarios municipales.
“En un principio dijeron que solo nos arreglarían los puestos, luego que nos mandarían pasando del muelle, después vino lo de la plaza de las franquicias, pero no vemos nada claro”, manifestó.
Si en verdad le interesa ayudar a los coqueros, agregó, el alcalde debería autorizar que se estacionen los vehículos en la ciclopista, pues la falta de espacios ha afectado las ventas de todos los comercios.
Es cierto que hemos incrementado las ventas, pero no solo por las fuentes de la laguna sino por el periodo vacacional y el calor, pero si hubiera más criterio de la autoridad nos hubiera ido mejor, agregó.
“Tuvimos que pedirle a los vigilante de la obra de la ampliación de la Guerrero que nos abrieran los estacionamientos y accedieron solamente el día que vino el Presidente Municipal a supervisar la alberca”, comentó.
No ha sido el gran año en las ventas, consideró, se vio mucha gente en la laguna porque no hubo corrida de camiones a las playas, pero hay que recordar que no toda la gente que llega al lugar realiza un consumo.