La canción, Carabela, compuesta por la guanajuatense Graciela Olmos, mejor conocida como “la Bandida” y cuya vida dio origen al personaje del mismo nombre magistralmente interpretado por María Félix, es para muchos un himno a la vida.
En lo particular es mi himno y al lado de mis hijos, la inspiración más grande para seguir en este mundo de locos en que se ha convertido la vida misma, por más que la decisión de que usted y yo sigamos siendo parte de este planeta esté ahora en manos de unos cuantos que no son precisamente nuestros gobernantes sino esos mismos que apenas hace unas horas incendiaron todo un centro comercial en Acapulco matando a tres personas, los mismos que ayer martes dejaron huérfanos a varios hijos de los agentes municipales de Cócorit, Israel Tejeda y Efraín Rosas García y esos mismos que al matar a un joven de 24 años, acabaron matando la voz, el pensamiento de Javier Sicilia, su padre, el poeta que éste pasado sábado anunció su retiro de la poesía.
Traigo a cuento la canción de doña Graciela, -- interpretada como nadie, por cierto, por Javier Solis— por cuanto a la paradoja que encierra el hecho de que mientras alguien escribió canciones que se han quedado por siempre como un himno a la vida, por otra parte existan casos como la de Javier Sicilia que anuncien el silencio de sus voces y su pensamiento en protesta a los hechos de violencia que ya terminaron por acabar no solo con la paciencia y la capacidad de asombro nuestra, sino hasta con los sueños de los artistas como es el caso de Javier Sicilia a quien las manos del crimen organizado le arrebataron a su hijo, Juan Francisco, de apenas 24 años de edad. El joven fue asesinado al lado de seis personas más, una mujer, entre estas, en el municipio de Temixco, Morelos, hace apenas unos días.
En pleno respeto a su dolor de padre, yo no creo, por otra parte, que el silencio sea la respuesta porque finalmente esa es la intención, la finalidad de esos cuantos; acallar las voces, acallar las conciencias bajo el podrido axioma de plata o plomo.
Antes de anunciar su retiro del mundo de las letras, Sicilia dio lectura a lo que llamó su último poema, parafraseando en parte la romántica joya de Roberto Carlos, “ Mi última Canción”.
"El mundo ya no es digno de la palabra/nos la ahogaron adentro/como te asfixiaron/como te desgarraron a ti los pulmones/ y el dolor no se me aparta/ sólo queda un mundo.
"Por el silencio de los justos/sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo/el mundo ya no es digno de la palabra, es mi último poema, no puedo escribir más poesía... la poesía ya no existe en mí”. Curiosamente, Javier Sicilia tiene dos poemas en los que hace referencia a la muerte y a la ausencia de los seres queridos; “ Lo abierto” y “ El sobreviviente”. De éste último es este pequeño fragmento: “ Tu ausencia es atroz/ y, sin embargo, habita como un hueco que viene de los muertos, de las blancas raíces del pasado/ Hacia donde volverse?/ Hacia Dios, el ausente del mundo de los hombres?/ ¿ Hacia ellos, que lo han interpretado hasta vaciarlo?/ ¿ Hacia dónde volverse que no revele el hueco, el vacío insondable de la ausencia?/
Estar vivo es penoso, y nosotros, que los necesitamos con sus graves secretos, nosotros, que sabemos que no podrán volver a un mundo interpretado, a veces escuchamos, como un ligero viento, ascender de las sombras la música primera que forzando la nada trajo a Eurídice al mundo; una nota tan tenue, tan pura como el Cirio que promete su vuelta en medio de las sombras y nos trae el consuelo”.
Que bueno, por otra parte que antes de cancelar su voz como poeta, Javier Sicilia se haya convertido en el portavoz del pensamiento mexicano al dirigir su Carta a los Políticos Mexicanos en el que desnuda, ciertamente, el quehacer de buena parte de nuestros políticos y su fallida lucha en contra de un grupo cuyas ganancias anuales (dos billones de dólares) superan en 27 veces la fortuna de Carlos Slim, el hombre más rico del mundo.
Esta es la carta de Javier Sicilia a los Políticos Mexicanos:
“Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino, después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor; estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche “competitividad” y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia”.
Intuyo que la carta en referencia, por más que no da nombres, lleva como destinatario final al mismo Felipe Calderón y a los inútiles que le han venido acompañando en su llamado gabinete de seguridad.
Y a propósito de chiles en nogada, tú no estás para saberlo, pero por rumbos de Seguridad Pública de Cajeme se siguen barajando los nombres de los comandantes Jesús Alberto Navarro Salas y Adrián García, ante el posible relevo de Víctor Landeros, mismo que según los que saben, podría darse de un momento a otro y no precisamente porque la situación lo amerite (y de sobra!, ante la incapacidad exhibida ) sino a solicitud, casi a gritos, de parte del interesado por salvar la poca imagen que pudiera quedar por ahí y que por supuesto dañan sus peregrinas aspiraciones por alcanzar la candidatura del PAN a la diputación local.
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