|
VICAM PUEBLO.- A los habitantes de este emblemático lugar donde estuvo el subcomandante Marcos en octubre del 2007, primero les llegó el servicio de televisión por cable que el agua potable, pese que a menos de un kilómetro pasa el acueducto Cajeme - Emplame, construido sin hacer ruido por el priista Beltrones.
Los vicameños dependen del municipio de Guaymas, pero ante la nula respuesta del gobierno, sus pobladores optaron por conectarse por su voluntad al acueducto, aunque el agua que éste transporta es un líquido sin tratar, contiene gran cantidad de sales, principalmente el floruro.
Pero la tribu tampoco se salva de las prácticas del mercado, pues ya se vende en el lugar la marca Jucapampo en presentaciones de a litro y es al parecer el único monopolio que existe en la comarca.
De la visita del líder zapatista durante el Encuentro Continental de Pueblos Indígenas solo queda una pintura en el baño público frente a la Komunila y en la que se leen jocosas frases: “Aquì como en China, la policía achechina”.
Hasta aquí llegaron los funcionarios del INAH de Sonora y México para aclarar el supuesto desconocimiento de los yaquis como grupo indígena, como parte del juicio de restitución de aguas que entablaron en el Tribunal Agrario.
Comienza la discusión entre las autoridades tradiciones y luego de 15 minutos de murmullos, aprueban que los representantes del gobierno pasen a sentarse en los troncones de la Komunila para exponer la explicación.
Pero antes, Tomas Rojo Valencia aprovecha para decirles que “no necesitamos de un documento que nos acredite o una marca de errar, ni siquiera tenemos una vestimenta propia porque ser yaqui se lleva en la sangre”.
Mientras siguen las recriminaciones, el doctor Francisco Barriga Puente saca un documento de 4 cuartillas que lee casi al pie de la letra y explica que todo fue una confusión de la PGR y los medios informativos.
“No hay un dictamen sobre los yaquis porque se hacen a petición de parte y nadie lo ha solicitado, pero al mismo tiempo le anexamos a la PGR una serie de estudios del INAH que dan cuenta de que los yaquis existen”, precisa el historiador.
Aparte no es función de la dependencia certificar la existencia de un grupo indígena, alega el funcionario, ya que sus obligaciones se limitan a investigar, conservar y difundir el patrimonio histórico de los pueblos de México
Todos callan y se miran sin gesticular cuando pasan ya de las 3 de la tarde y el olor a tortilla de harina y wakabaki ya impacienta a los presentes, muy dispuestos a que se flexibilice el juramento yaqui.
La discusión se centra en si las autoridades deben de recibir o no el documento leído con anterioridad y tras un intenso debate se oye el inconfundible ¡ehui!, pero con el señalamiento de que el mismo documento sea enviado a la PGR.
“Ya es hora de un receso para tomarnos un café con tortillas, están invitados”, anuncia Tomas Rojo y un rostro de agradecimiento se posa entre los funcionarios del INH y reporteros que gustosamente aceptan la convocatoria.
El dilema de la tribu yaqui quedó atrás y lo que ahora nadie puede negar, es que bajo la ramada y sus puntos circunvecinos, lo que sí existe -y nunca ha dejado de existir- es un intenso apetito y una demanda permanente de justicia.
