Los últimos años de la vida de Lidia López Romero fueron desgastantes para ella y su familia.
Su calvario empezó hace 16 años cuando le diagnosticaron en un principio litiasis renal (piedras en el riñón) que la llevó a entrar al quirófano en 14 ocasiones.
A eso le siguió insuficiencia renal por lo que durante cinco meses acudió a sesiones semanales de hemodiálisis. Los médicos le dijeron que se encontraba en la etapa donde su única salvación, era el transplante de riñón.
Sin pensarlo, una de sus hermanas, Dulce María, le dijo que ella le donaba un riñón y tras someterse a las pruebas medicas necesarias, el transplante fue aprobado.
Desde hace un mes con diez días, Lidia de 38 años de edad recibió el transplante de riñón donado por su hermana, ha evolucionado satisfactoriamente y no ha tenido que volver a las sesiones de hemodiálisis.
“Que den la oportunidad en vida, que donen, que tengan esa cultura de la donación, porque así como la vida me la salvaron a mi ellos, también pueden salvar otra vida, que den vida en vida”, dijo Lidia.
Este mes, al conmemorarse el 26 de septiembre el Día Nacional de la Donación y el Trasplante de Órganos, el Centro Estatal de Transplantes (CEESTRA) realizara una serie de actividades, incluida una campaña para promover no solo la donación en vida, sino el que los familiares de un fallecido respeten si en vida, este dijo que quería ser donador.
Guillermo Rodríguez Carrizoza, director del centro, mencionó que aunque alguna identificación ya sea de trabajo o escolar de una persona que fallezca diga que es donador de órganos, si la familia decide que no se le extraiga ningún órgano, no se le extrae.
“Qué necesito para ser donante, dónde me inscribo o a dónde voy, no es un trámite, no es nada, es una cultura, es una convicción, es una manera de aceptar las cosas”
“A final de cuentas dice la ley que el familiar más cercano tiene que autorizar, lo que hayas dicho, escrito, donde lo hayas escrito tenemos que tomar la autorización del familiar más cercano”, expresó el funcionario.
Detalló que en Sonora hay una lista de espera de 245 personas, la mayoría requiere de un riñón, lo que contrasta con las estadísticas de donaciones, que al año solo se presentan 40 en el estado.