Desde hace cuatro años y así como dice el dicho llueva, truene o relampaguee, José Jesús Arce Zayas recorre a pie cerca de 40 kilómetros desde Ciudad Obregón hasta Buenavista, una comunidad ubicada en las faldas de la presa del Oviachi.
En aquel entonces, El Cuate, como lo conocen familiares y amigos, tenía a su madre enferma de diabetes y le pidió a Dios se la prestara por más tiempo; a cambio, él prometió caminar todos los años, hasta esta comunidad de la cual es originario.
Su madre falleció al poco tiempo y aunque su petición no se cumplió, en agradecimiento por la madre que Dios le dio, El Cuate cumplirá su palabra y hasta que su condición física se lo permita caminará a Buenavista.
“Cada año voy a pie a Buenavista así pero a pie, aunque no se cumplió mi petición a Dios”, dijo mientras continuaba su travesía.
En el camino atraviesa varias comunidades, como la de Hornos, donde los mismos habitantes lo alientan a continuar el recorrido que cada Jueves Santo realiza.
“Aquí me ves; salgo a las seis de la mañana para llegar a las tres o cuatro de la tarde. La gente me ayuda, me dan agua y comida”, expresó.
A sus 49 años, El Cuate se siente bien físicamente y ya piensa en el 2013, cuando repetirá su travesía.
Por lo pronto mañana regresará de Buenavista, pero “de raite o en camión”, aclara.