Un Yaqui 100 por ciento ganador
Querido, ahora que te han segado tan violentamente la vida, he intentado llenar de buenos recuerdos mi corazón; es la forma que pude encontrar para retenerlo conmigo porque de lo contrario sentía que se me iba, que me lo arrebataban al igual que lo han hecho contigo. Porque al final, nosotros, tú familia eso es lo único que tenemos claro: Te han arrancado sin más de nuestras vidas.
He buscado en nuestra infancia y una avalancha de remembranzas ha venido en mí rescate, en nuestro rescate. Te recuerdo mucho temprano, tú y yo con mi padre por las mañanas de sábados y domingos, también en vacaciones. Supongo que ahora ves a los dos niños cachando con guantes de beisbol y mi padre impulsándonos y diciendo: no, no duele, cuando yo me quejaba porque hacía frío y tú tirabas muy fuerte. Pero ahí andábamos cachando y luego leyendo el periódico, desde niños leyéndolo todo, todo -menos la página roja- decía mi papá.
A veces nos daba café y conversábamos mucho sobre beisbol. Yo me aprendía todo, ya no retengo igual pero en aquellos años me aprendía las jugadas, los records, el line up, la tabla de posiciones y por supuesto las anécdotas de Don Alfonso Araujo Bojórquez. No sé si guardaste en la memoria la tarde aquella en que mi mamá, Doña Gracia, nos enseñó a anotar el juego. Me fasciné, anotando cada partido, cada inning, casi cada “pitcheada”, en cambio tú más inquieto no te entretenías igual, y para la tercera entrada ya habías abandonado la ardua tarea de seguir el partido hasta en sus más mínimos detalles.
Por supuesto que ha venido a mí el día en que Enrique Izquierdo, el gran manager de Los Yaquis estuvo en nuestra casa acompañado por el controvertido Juan Zuby. No cabíamos de gusto, de saber que habíamos merecido la visita de tan distinguidas personalidades. Me pierdo un poco y no atino a reconstruir aquel momento totalmente, ¿qué escuchamos? porque dudo que hayamos dicho algo, ¿cómo? si estábamos con la boca abierta. ¿Ah, cuándo nos visitará Don Alfonso Araujo para que nos platique de viva voz la historia de la Liga? Nunca llegó ese día, como no llegarán otros que también hemos anhelado.
Una vez te dije, mira Eduardo ya leí en la enciclopedia que el beisbol fue inventado por Abner Doubleday y tú me volteaste a ver como diciendo “¿y eso de qué sirve saberlo?”, ¿de qué me sirvió? Te das cuenta, desde entonces cual managers uno va enviando señales encriptadas de los gustos, de las habilidades, de nuestras pasiones. A mí, me atraían la historia y las estadísticas; pero, ¿y a ti?
Ahora que te has marchado (porque no quiero decirlo con su verdadera y horrible palabra) he vuelto a ver tu cara de “¿y eso para qué te sirve?” y me doy cuenta de que tú no querías el beis para estudiarlo y analizarlo. No, claro que no. A ti no te interesaban tanto los detalles y creo que desde aquellos ayeres, cuando te diste cuenta que tus posibilidades de llegar a ser un Vicente Romo o un Juan Navarrete eran relativamente pocas, empezaste a forjar la idea de ser Yaqui de otra forma, de llegar a ser parte de ese equipo detrás del equipo y que solo recientemente, a través de ti y tu entusiasmo he podido ver en su verdadera dimensión.
Aún recuerdo cuando te llamé por teléfono en enero del 2008 y tú muy orgulloso del triunfo Yaqui, que era nuestro confidencial triunfo me dijiste, “heit Lucy, después de 27 años, aquí llevo el trofeo en el carro, mañana celebramos en Obregón y seguro que la fiesta será en grande”. Y vendrían dos inviernos más y dos campeonatos consecutivos, la ciudad, sus Yaquis y todos nosotros nos sentimos bicampeones. Sí, estoy casi segura que desde aquellos tiempos supiste que el beisbol tú lo querías para que Obregón y su afición, la mejor afición de todo el circuito como solías repetirlo en años recientes, tuvieran la alegría de saberse campeones. Realmente se lo merecen decías, realmente te lo merecías te digo. Con este Eduardo me quedo, con el beisbolero, con el 100% ganador, mi hermano.
Ana Lucía Castro Luque
(Hermana del diputado electo Eduardo Castro Luque)