SOLIDARIDAD, QR.- La noche del viernes 19 Elba Esther Gordillo estaba contenta. Se tomó fotografías durante más de cuatro horas con sus fieles, maestros devotos a su causa que le rendían pleitesía tras ratificarla como representante máxima de un Consejo Supremo a través del cual seguirá decidiendo la suerte de 1.4 millones de maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Todo le había salido bien. A unos días de iniciarse, pudo cambiar la sede del evento en horas, concertado para realizarse originalmente en las playas de Baja California.
Hacia allá un grupo de maestros disidentes partió en una caravana desde el Zócalo capitalino el domingo 14. Cerca de 200 docentes recorrerían más de 3 mil kilómetros y siete estados; cinco días de camino en autobuses hasta llegar al kilómetro 44 de la carretera de Puerto Nuevo, en Rosarito, para “evitar” que la maestra iniciara un nuevo periodo al frente del sindicato, según Artemio Ortiz, líder de los disidentes agrupados en el Comité Ejecutivo Nacional Democrático del SNTE.
El martes 16 se cambió la convocatoria. Con la firma de la maestra se anunció que el encuentro sindical había cambiado por completo de latitud. El encuentro sería en el hotel Barceló de la Riviera Maya, en el kilómetro 266 de la carretera Chetumal-Puerto Juárez, en el municipio de Solidaridad, Quintana Roo.
Tres mil 500 delegados de las 56 secciones del SNTE fueron movilizados y hospedados de improviso en el lujoso resort categoría premium, un complejo con cinco edificios de estilo tropical, playero, caribeño, colonial y de palacio.
Diseñado para todo tipo de excesos, su ostentosidad alcanza servicio de niñera, centro de negocios, centro de convenciones, capilla, múltiples restaurantes internacionales especializados en mariscos, comida oriental, italiana, cortes finos, comida española o mexicana; bares, discoteca, centro comercial, joyerías, teatros, campos de práctica para golf y minigolf, canchas de tenis y de basquetbol, cancha de futbol profesional, spa, cinco “megapiscinas”, lago y monumentales esculturas prehispánicas que bordan el lujo.
Los huéspedes podían comer y beber sin costo alguno, cubiertos los placeres bajo el concepto “todo incluido” que se paga con las tarifas de hospedaje.
Al llegar, la noche del miércoles 17, a los 3 mil 500 delegados para votar a mano alzada los destinos del sindicato los esperaba una laptop Hewlett-Packard, con un costo, aun al mayoreo, no menor de 4 mil pesos por pieza.
Así la mañana del jueves 18 recibió a la lideresa sindical con un clamor colosal que se escuchaba a cientos de metros de un complejo con tres enormes carpas que se instalaron en la cancha de futbol para el congreso, montadas con cinco pantallas LED gigantes para concierto, juego de luces, equipo de cine con grúas para filmar “la fiesta de Elba”, como alguien en la concurrencia la calificaría. “¡Elba, Elba, Elba!”, retumbaba la escenografía, custodiada por policías federales y helicópteros de esa fuerza.
Cerca de las 11 de la mañana, con un vestido con el mismo rojo que el fuego, collar y aretes de perlas, arengando con el puño mientras escuchaba nada más que su nombre, apareció la maestra. Sólo por el sonido local se llegó a saber que la acompañaba el gobernador del estado, Roberto Borge Angulo, indiferente para las miradas.
La llamada “maestra” entre maestras se adueñó de la situación como lo hizo del oficio. “¡Arriba el SNTE!”, gritaba poseída el nombre de “la niña de sus ojos” (como llama al sindicato que lidera) y la concurrencia obedecía replicando sin importar la falta de aire acondicionado o ventiladores que suplían con platos de unicel, para aliviarse del despiadado calor del Caribe y los enormes reflectores para el acto.
Agobiada por sus detractores, atrincherada con sus más fieles, desgañitó la voz y el alma para mostrar su fuerza. Vanidosa como es, no le importó el peinado que en la violencia de sus palabras le cubría el rostro, tampoco le importó el sudor que la cubría entera. Empoderada en el magisterio sólo supo de sí. Habló de traiciones y de futuro. Histriónica, arrastró la voz en los momentos que hizo dramáticos. Mandó mensajes cruzados. A los suyos y a los que no.
Al terminar la inauguración del acto desapareció bajo un alto sistema de seguridad del gobernador, que ella rehuía. Su custodia la había dispuesto más lejos, a 50 kilómetros del complejo turístico, donde retenes de la policía impedían la entrada a la veintena de disidentes encabezados por Artemio Ortiz Hurtado, que pudieron cambiar la ruta desde Baja California para protestar contra la que llaman “Doña Perpetua”.
Consumadas sus intenciones, dejándose besar y fotografiar por “sus” maestros, la maestra que habla de sí en tercera persona dejó caer lágrimas por su mejilla.