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Viernes 31 de Ene de 2025
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Pide indulto para su hijo

Redacción
Martes 12 de Febrero de 2013
 

Una vez más María Nieves se acercó al gobernador Guillermo Padrés Elías para pedirle lo que ha venido pidiendo desde hace nueve años: La libertad de su hijo Rafael Murillo Guzmán.

No se cansó de pedírselo seis años al exgobernador Eduardo Bours Castelo, y ahora, con más años y menos energía, no se cansa de pedírselo al gobernador Padrés.

Rafael su hijo es uno de los tres guardias de seguridad que hace 8 años 4 meses fueron detenidos como presuntos responsables del robo de casi 150 millones de pesos a la empresa de seguridad privada Sepsa.

El robo fue cometido el 10 de octubre de 2004 y aunque todo apuntaba a la participación de una banda delictiva profesional, la investigación de la Procuraduría de Justicia del Estado llevó a la detención de los tres modestos guardias que estaban en la empresa el día de ese robo, uno de los más cuantiosos que se recuerde.

Cada uno de los tres guardias, Rafael, Víctor Altamirano y Gregorio Gracia, estaban allí en cumplimiento de su trabajo para Sepsa, la empresa que los contrató por no tener antecedentes penales y por su perfil de gente honesta y no peligrosa.

El tiempo demostró que otras personas de alta peligrosidad estaban implicadas en el caso, pero el gobierno de Bours a través de la Procuraduría aplastaron con todo el peso de la ley a los tres guardias de seguridad que, siguiendo el sentido común, eran los menos indicados para cometer un robo en el lugar donde estaban trabajando.

Una versión señala que el encarcelamiento de Murillo, Altamirano y Gracia pudo deberse a la necesidad de tener un caso juzgado y con culpables detenidos para que la empresa Sepsa pudiera cobrar el seguro por robo. Pero esta versión nunca fue escuchada en los medios oficiales.

En algo también pudo haber influido la decisión del gobierno de Bours de "aplicar un castigo ejemplar" para ganar la confianza de los empresarios que siempre evalúan el "clima de orden" en una región.

Desde entonces, hace ocho años y cuatro meses, los tres guardias enfrentaron penas que iban de los nueve a los trece años de cárcel.

En este tiempo, asesinos, violadores y otros delincuentes más peligrosos, han entrado y salido del Cereso de Cd. Obregón tras cumplir condenas más benévolas que las aplicadas a los tres "chivos expiatorios".

Altamirano recuperó su libertad hace poco porque tenía una condena de nueve años. Pero salió con la salud quebrantada debido a una diabetes corrosiva diabetes que lo aqueja.

Adentro siguen Murillo y Gracia. Y sus familiares, sin dinero para pagar costosos abogados, buscan ahora que se agilice la preliberación o la libertad bajo fianza a la que tendrían derecho.

Nieves, la mamá de Rafael Murillo, una mujer humilde, de extrema pobreza, se ha hecho cargo de una hija de Rafael y cada vez que pueda le lleva a su hijo algo de comer.

Y ahora, una vez más, ha esperado dos, tres horas, las que sea necesarias, para pedirle al Gobernador que  liberen a su hijo.

"Que lo indulten, por favor", clama. Se lo dice a Padrés como se lo dijo a Bours y lo seguirá diciendo hasta que su hijo recupere la libertad.

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