Son las amígdalas, esas protuberancias en nuestra garganta que originalmente están ahí como parte del sistema linfático, pero que cuando se enferman pueden inhabilitarnos completamente por un par de días y si el problema persiste, es necesario cortar por lo sano, literalmente, y extraerlas.
La principal razón para extirpar las amígdalas en adultos es que los médicos llaman la "amigdalitis bacteriana recurrente" o crónica.
Pero cualquiera que esté en el dilema de extirpar o no extirpar ha escuchado distintas opiniones o advertencias de la sabiduría popular: que es peligroso sacarlas, porque son nuestra primera barrera defensiva, que contraerá más enfermedades respiratorias si extrae sus amígdalas, que es mejor sacarlas cuando niños que ya adultos y que, si se las sacan, lo mejor es comer helado.
BBC Mundo le pidió a dos especialistas, un latinoamericano y un británico, desmitificar la operación. Estos son sus comentarios.
1. Primera barrera de defensa
A menudo escuchamos que las amígdalas son "nuestra primera barrera" ante potenciales enfermedades respiratorias. Pero, ¿realmente lo son?
"Para nada", responde tajante el doctor Alasdair Mace, especialista del departamento de Oído, Nariz y Garganta de la Fundación Médica del Imperial College de Londres, Reino Unido, refiriéndose al rol que cumplen la amígdalas en los adultos.
"Las amígdalas son importantes para el desarrollo del sistema inmunológico y de anticuerpos en los niños. Después de los 6 o 7 años las amígdalas no cumplen ninguna función", explica.
2. Es mejor sacarse las amígdalas cuando niño que ya adultos
Lo más común en adultos es extirpar las amígdalas por la repetición de cuadros de amigdalitis, mientras en los niños la principal razón para sacarlas es la apnea de sueño, ronquidos o dificultades para respirar.
Los niños, por alguna razón, parecen recuperarse bastante rápido, pero los adultos sufren más dolor posoperatorio y les lleva más tiempo recuperarse.
3. Sacarse las amígdalas nos hace más propensos a contraer otras enfermedades respiratorias, como faringitisEn este punto la respuesta es clara y unánime: completamente mito.
"Existen algunos trabajos que mencionan que personas que no tienen amígdalas tienen la misma chance de contraer infecciones respiratorias [que las que tienen]", asegura Iñiguez.
"No hay ningún aumento del riesgo de contraer infecciones u otros problemas por extirpar las amígdalas", coincide Mace.
Lo que sí puede ocurrir es un cambio molecular, a nivel de mediadores del sistema inmunológico, explica el doctor chileno, ya que la extirpación puede causar un déficit de inmunoglobulina A.
La inmunoglobulina A es un anticuerpo predominante en las secreciones seromucosas, respiratorias, gastrointestinales y genitourinarias que actúa como defensa inicial contra los patógenos invasores, antes de que penetren en el plasma.
4. Comer helado sirve para aliviar el proceso posoperatorio
Cualquier niño que haya sido sometido a una amigdalectomía ha recibido un sabroso consuelo: toneladas de helados.
Pero, ¿es útil realmente el helado?
Según Iñiguez, la consistencia del helado lo hace un elemento apto para que el paciente se alimente en el posquirúrgico, ya que no le raspa las heridas que produce la cirugía.
"Por estar frío evita que se produzca la vasodilatación y evita el riesgo de sangrado", comenta el doctor. Sin embargo, advierte que no tiene poderes analgésicos.
En Reino Unido la política es completamente distinta.
"Ha habido un cambio. Cuando yo estaba estudiando solíamos darle a los pacientes helado y jalea luego de una amigdalotomía, pero ahora nos dimos cuenta de que es muy importante que tengan una dieta normal", advierte Mace.
"Comer y pasar alimentos sólidos a través de la parte trasera de la garganta limpia la costra y ayuda a una mejor cicatrización".
5. Cirugía corta e inofensiva
Aunque una amigdalectomía normalmente -y sin complicaciones- no debiera durar más de un par de horas, el proceso posoperatorio toma un poco más.
En general, al paciente se le recomienda reposo entre 10 y 20 días después de la operación.
"En siete o 10 días las heridas quirúrgicas están bastante sanas y, aunque existe riesgo de sangrar los primeros 15 días, ya a las dos semanas podría decir que el paciente está bastante bien", explica Iñiguez.
Precisamente, el sangramiento es el gran riesgo de este tipo de operación.
"El principal riesgo es la hemorragia. Ocasionalmente esta puede ocurrir en las primeras horas después [de la cirugía], pero más comúnmente ocurre después de una semana o 10 días".
Por lo mismo, es importante entender que la operación no es para todos.