Una escena conmovedora fue protagonizada por un perrito que no quería abandonar a su hermano muerto en plena calle tras haber sido atropellado por un automóvil en la calle Obrero Mundial de la colonia Primero de Mayo.
Durante casi media hora, el perrito vivo estuvo a un lado del muerto olfateándolo, moviéndolo con su hocico como si quisiera darle vida.
Cuando se aproximaban los automóviles, el animalito regresaba a la banqueta para protegerse, pero una vez que pasaba el peligro regresaba a donde su hermano yacía inerte.
Por un momento parecía como si estuviera cuidándolo. O su razonamiento animal no alcanzaba a comprender porque el otro se había quedado inmóvil, sin aliento vital.
Es difícil interpretar la verdadera razón por la que el animalito estuvo allí durante un buen rato, pero no es exagerado afirmar que se percibía su tristeza.
Hasta que una caritativa vecina acudió con una bolsa de plástico y en ella echó al perro muerto para depositarlo en un cesto de basura.
El otro se retiró sin más.