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Voces del carnaval contra Monsanto

Alfredo Acedo
Lunes 26 de Mayo de 2014
 

Alrededor de cinco mil personas, según estimó Adelita San Vicente Tello, del colectivo Semillas de Vida, participaron en el Carnaval del Maíz, desfilando por la avenida Paseo de la Reforma en un ambiente festivo pero de claro rechazo a Monsanto y sus semillas transgénicas.

Desde el Ángel de la Independencia hasta el Monumento a la Revolución, en cuya explanada se llevó a cabo un recital y talleres de pintura corporal, dibujo de carteles, decoración de aserrín teñido y siembra y distribución de semillas, este 24 de mayo en la Ciudad de México.

He aquí las voces:

Es muy importante participar en estas movilizaciones, en este caso respondiendo a la convocatoria mundial de repudio contra Monsanto, porque así se va creando más conciencia en la sociedad; no es bueno hacer mutis. Además son acciones que se complementan con los recursos legales para detener a las trasnacionales porque los jueces y magistrados que sí leen se van dando cuenta de la importancia del asunto y de las voces sociales involucradas. (René Sánchez Galindo, abogado, autor del juicio de acción colectiva que logró la suspensión provisional de permisos de siembra de maíz transgénico en México, dictada por un juez federal en septiembre del año pasado)

Tenemos que expulsar a Monsanto porque representa enfermedad y muerte tanto para la biodiversidad como para la gente. Y hay que presionar al gobierno. Si han llegado tan lejos las trasnacionales es por la corrupción de los funcionarios públicos. ¡Nada con los transgénicos! (Kika, fotógrafa)

Monsanto y otras empresas trasnacionales son dueñas de la tecnología para modificar genéticamente las semillas, introduciéndoles genes de otras especies de plantas y animales para luego patentarlas como propiedad privada. Estas empresas presionan al gobierno para sembrar su maíz transgénico en México; si lo logran, contaminarán nuestro maíz y nos cobrarán por sembrarlo. México es el centro de origen y diversificación del maíz, fruto de 8 mil años de agricultura campesina, regalo de los pueblos indígenas al mundo. Con apoyo decidido, los campesinos pueden producir suficiente maíz para cubrir las necesidades de todo México. ¡No podemos permitir que nuestras variedades de maíz y otros cultivos desaparezcan, para darle lugar a sólo una variedad de cada especie! ¡No podemos darle a unas cuantas compañías el poder sobre los alimentos! ¡No podemos permitir la invasión de los transgénicos!  Y no debemos olvidar nuestro gran método de cultivo, la milpa. (Colectivo #CarnavaldelMaíz #FueraMonsanto)

La milpa campesina es un sistema productivo de temporal que desde tiempos prehispánicos representó el principal proveedor del maíz y otros alimentos para los pueblos originarios de Mesoamérica. Dentro de la milpa se obtienen y siembran yerbas y frutos comestibles como el chile, el frijol, la calabaza, los quelites, el amaranto y el epazote. Además se recolectan hongos e insectos. Hay 70 plantas y animales útiles en las milpas. La mayor parte se utilizan en la cocina, en la medicina, como abono y alimento para animales, como ornato y materiales para elaborar artesanías. Tradicionalmente, en la milpa se privilegió un tipo de cultivo que hoy llamaríamos orgánico, pues el rastrojo se usa como abono natural y algunas plantas como el cempasúchil se utilizan para el control de plagas. En un balance real de la producción de beneficios de la milpa en su conjunto, los rendimientos son muy superiores a los que se obtienen sólo contabilizando el maíz al final de la cosecha. (Martín Liceaga, estudiante del #YoSoy132 Ambiental)

Hay que cambiar el paradigma de tonelada por hectárea para valorizar todos los nutrientes obtenidos de la milpa, ya basta de humillación disfrazada de estadística. La milpa mantuvo civilizaciones, en cambio los monocultivos y agrotóxicos han destruido pueblos enteros dejando sólo tractores y computadoras y ningún campesino. Y han pervertido nuestra alimentación. Basta de sabritas, macormics y demás chatarra. Que todos lean la guía roja y verde de Greenpeace para evitar el consumo de transgénicos. Tenemos un grupo de campesinos en Ocotitlán, Morelos, unas 60 familias que practican el tequio y siembran semillas nativas y criollas. Con ellas trabajamos talleres de composta, así como de género y de creatividad, o sea, el arte y su aplicación en las luchas de base. Ahora no basta con trabajar tu surco, es necesario poner piedras en el camino de las corporaciones que contaminan el mundo y comprometen el futuro de nuestros hijos.  (Toña Osher, artista plástica)

Vine porque es necesario defender la integridad de nuestro país, Monsanto es una amenaza contra productores y consumidores, es decir, para todas las personas, y me sorprende de buen modo ver tantos jóvenes participando tan creativamente. (Orvin Lozada, arquitecto)

Conozco muchos jóvenes que como yo están preocupados por lo que pasa en el país: la violencia, la pobreza, la falta de empleo para nosotros, y para colmo tenemos la amenaza de las trasnacionales como Monsanto. La gente que vino se ve que está enterada, y le echaron los kilos para manifestarse con imaginación. Yo estoy al tanto de las luchas ambientales porque participo de cerca en el Colectivo México Vía Berlín y con el #YoSoy132 Ambiental. En el periódico que distribuyo, El Hormiguero, seguido abordamos temas de soberanía alimentaria y defensa del maíz. En esta edición, en la sección Entre todos sabemos todo traemos un artículo que explica la elaboración de una composta a partir de nuestros residuos orgánicos. (Daniel Sánchez, Jóvenes ante la Emergencia Nacional)

Esta lucha ya es de los jóvenes, ya están metidos en la defensa del maíz y la soberanía alimentaria. Aquí está el relevo. Tampoco es para que nos alejemos, vamos a seguir hasta donde se pueda pero me llena el corazón de alegría ver que los jóvenes se interesan. Atravesamos una situación llena de paradojas. La suspensión del juez de los permisos de cultivo de maíz transgénico, a raíz de la acción colectiva que interpusimos un conjunto muy diverso de organizaciones, es importantísima. En los muchos años de lucha no habíamos logrado nada, hasta septiembre de 2013. Esta medida cautelar tuvo resonancia mundial. Pero ya va un medio centenar de impugnaciones de las secretarías de Agricultura y de Medio Ambiente, junto con las empresas, en contra de la decisión del juez. ¡Ve nada más: el gobierno litigando en contra de una medida precautoria y a favor de las trasnacionales! ¡Es una brutalidad de estado! Nos han dicho que esta es una lucha de David contra Goliat, pero el hecho es que somos muchos David. Este es un momento crucial, debemos buscar las confluencias. La detención de los permisos preocupa y enoja a las trasnacionales. Este gobierno está recomponiendo los viejos hilos de cooptación pero al mismo tiempo está echando mano de la represión y la criminalización de los movimientos sociales. Hay problemáticas que están afectando directamente en comunidades, pueblos, ciudades, de manera más dramática que la amenaza del maíz transgénico. Tenemos que trabajar más para hacer ver a la gente que este problema también afecta su vida cotidiana, su presente y su futuro. No está fácil, el gobierno está plegado a Estados Unidos y al servicio de las corporaciones. Pero hay ánimo y esperanza al ver cómo ha crecido no sólo la protesta sino también la propuesta. Está en curso un gran movimiento que mezcla lo agroecológico con lo tradicional y muchas experiencias diversas que demuestran que podemos hacer las cosas de otro modo. (Cati Marielle, Grupo de Estudios Ambientales)

Si no tenemos terreno, hay que sembrar hasta en macetas nuestros chiles, jitomates y cebollas. ¡Qué bonito se siente cuando las plantitas van creciendo! Debemos cuidar nuestras semillas para seguirnos alimentando conforme a nuestras tradiciones. Basta de chatarra llegada de Estados Unidos. Hay que exigir que se respeten nuestras costumbres y territorios. Nuestra tierra es sagrada. (Amalia Salas Cazales, campesina)

Sembramos maíz, frijol, habas, con cero pesticidas y con semilla criolla, como lo hicieron nuestros antepasados. Intercambiamos semillas. Soy parte de un grupo en San Mateo Tlaltenango, Cuajimalpa. Producimos para el consumo familiar y el excedente lo vendemos en la comunidad y en los tianguis. También tenemos huertas de peras, manzanas, tejocotes, así como colmenas. Siempre participamos en estas manifestaciones. (Margarita Cruz, agricultora)

Ya se sabe, México es la cuna del maíz, por eso debemos ser el vértice más importante en la defensa de este grano. Los negociantes lo han convertido en mercancía, en combustible, en alimento de animales; es un atentado a las raíces de nuestra cultura. Somos tercer lugar en riqueza culinaria en el mundo y eso se lo debemos en gran medida al maíz. Tenemos derecho a preservar los alimentos que la tierra nos da. La alimentación es un derecho humano pero no se trata sólo del acto de comer sino de la calidad de los alimentos. (Ruth Briones, divulgadora de lectura)

Monsanto pretende homogenizar el maíz y volver dependientes a los campesinos y consumidores, dejándonos a todos en manos de las trasnacionales. No estoy de acuerdo. Es algo que como mexicanos no debemos permitir. Los campesinos guardan sus semillas para un siguiente ciclo y las intercambian en un proceso continuo que ha dado origen a la diversidad que ahora tenemos. Eso debemos preservarlo, hay que decir sí a las semillas nativas y no a los transgénicos. En el seminario de Alimentación y Tecnología de Semillas nos preparamos para difundir este conocimiento y aquí hemos venido a mostrar a la gente de manera didáctica cómo funciona la milpa. En carteras de huevo sembramos los diversos elementos que después pueden ser trasplantados a un sitio adecuado. (Erick Rebollo, noveno trimestre de agronomía, UAM Xochimilco)

Pertenezco a un grupo de activistas jóvenes, colaboradores de la red de colectivos independientes Food Not Bombs (Comida, no bombas) ubicados en varias partes del mundo. Recolectamos la fruta y verdura de la central de abastos, supermercados y tianguis que no tuvo condiciones aptas para su venta, recuperamos la mejor parte y la preparamos de forma naturista para repartirla gratuitamente en lugares públicos a toda la comunidad pero en especial a la gente pobre. También realizamos actos culturales y acciones informativas sobre los problemas sociales, políticos y ambientales, con un carácter anti paramilitar, autogestionario y solidario. Por supuesto que estamos en contra de los transgénicos y de las trasnacionales como Monsanto que quieren imponernos esa tecnología que no es ninguna solución a los problemas del hambre. Por eso decidimos manifestarnos y repartir comida en este Carnaval del Maíz. (Stephania Chávez, activista)

Además de estar conscientes de su situación, muchos jóvenes se movilizan porque se divierten, y responden a la convocatoria porque no se trata de actos tradicionales de consignas verticales y gastadas, de tediosos discursos y monólogos sino de espacio para la expresión, la libertad creativa y afirmación de la identidad. Al final de esta marcha carnavalesca no hubo templete para oradores sino lugar para poetas, músicos y talleres. (Laura Carlsen, directora del Programa de las Américas)

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