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Con pocas palabras y mucha certeza, Olga Armida Grijalva Otero define la evolución de los diputados durante el trienio en el que ejercen su cargo:
"En el primer año se dedican a aprender, en el segundo legislan, y en el tercero se dedican a buscar lo que sigue... ésa es la realidad".
Aunque su presencia en el edificio del PRI es para hablar sobre la participación política de las mujeres en el marco de las nuevas reformas legales, Grijalva Otero sintentizó el proceso que viven los diputados -locales y federales, de todos los partidos- quienes en el tercer año de su cargo se dedican más a la grilla, a colgarse medallitas, a buscar lo que sigue: candidaturas que les permitan mantenerse en el paraíso del presupuesto oficial.
Si es necesario para el Congreso para hacer campaña, lo paramos y le echamos la culpa a los otros.
(La mala noticia: el reconocimiento de esta realidad impulsa la reforma para permitir la reelección inmediata de los diputados).
Olga Armida, maestra e investigadora universitaria y exconsejera electoral, afirma que la nueva reforma político electoral establece bases más sólidas para hacer valer, ahora sí, la equidad de género.
En las leyes anteriores, explica, había huecos o lagunas que permitían a la hora de repartir cargos y candidaturas hacer valer la dominación masculina en la política mexicana.
Ahora, dice Olga Armida, la equidad de género está garantizada; hay candados legales para evitar que las mujeres sean relegadas a las candidaturas suplentes o a posiciones electorales donde siempre tenían ventajas los hombres,
Pero -advierte la conferencista a su público conformado casi totalmente por mujeres- ninguna ley será suficiente si las mujeres no luchan por hacerla valer.
Y esto es válido, añade, no sólo en los procesos electorales sino también en los ayuntamientos donde aún persisten huecos legales para garantizar la equidad de géenros en la distribución de cargos municipales, renglón donde sigue siendo abrumadora la presencia masculina.
