Ser reina de la belleza en Venezuela no es sólo un sueño inocente. Es una obsesión.
Y no sólo de las niñas que desde temprana edad aspiran con pasear su rostro y su cuerpo por una pasarela repleta de flashes fotográficos y cámaras de video. Sino de sus padres, que creen que podrían salvar -en la mayoría de los casos- su precaria vida a partir de las cualidades estéticas de su descendencia.
Venezuela es uno de los países que mejor explota esta industria estética. A lo largo de los años, ha producido seis Miss Mundo, siete Miss Universo, seis Miss Internacional y dos Miss Tierra.
Y en muchos casos, es una vía para salir de la pobreza. Múltiples oportunidades laborales se disparan a partir de la competición y, en muchos casos, involucran jugosos contratos internacionales.
El concurso Miss Venezuela es el más importante del país: congrega a dos terceras partes de la población total frente al televisor, convirtiéndose en el evento más visto cada año.
Es por eso que, como si fueran Neymar o Lionel Messi, los padres de las niñas comienzan el largo proceso a partir de los 4 años, momento en que las inscriben en alguna academia de belleza. Según un informe de la BBC, es a partir de los 12 años cuando las pequeñas son sometidas a cruentas cirugías estéticas.
Levantamiento de la cola y retoques en la nariz son los más comunes. Incluso, la primera de las dos intervenciones es una de las más requeridas por las adolescentes que cumplen 15 años. Y los padres cumplen el sueño de la pequeña y el suyo propio.
La fabricación de una "Miss" incluye, por supuesto, una estricta vida de regímenes dietarios y maratónicas sesiones de gimnasia para mantener las grasas fuera de cualquier rincón de cuerpo. El extremo llega a niveles de tortura: en muchos casos, las pequeñas son sometidas al injerto de una capa de plástico en sus lenguas para que la ingesta de sólidos sea tan dificultosa que abandonen el intento.
En otros casos, sin necesitarlo, recurren a una práctica habitual en obesos: se cortan parte del intestino para que su digestión sea más rápida y para perder apetito. Sin embargo, hay padres "más previsores". Por ello, como si lo necesitaran por una complicación en la salud o por deficiencia en el desarrollo, les inyectan hormonas de crecimiento a partir de los ocho o nueve años.
Estas drásticas decisiones parentales terminan muchas veces en tragedia. Decenas de niñas y adolescentes mueren cada año en Venezuela producto de prácticas quirúrgicas relacionadas con la estética.
Asociaciones de medicina han lanzado campañas para concientizar sobre el abuso que de estas prácticas se hace día a día. Sobre todo alertar sobre la más popular entre los padres con hijas menores de 12 años: la inyección de siliconas en su cola, algo sumamente peligroso.
Una vez por semana las concursantes deben pasar por una academia de belleza. Muchas hacen largos caminos para llegar hasta una, la mayoría situadas en Caracas. Según Alexander Velesquez, director de uno de los centros, casi todas son familias de ingresos medios o bajos y llegan desde la periferia de la capital o incluso áreas rurales.
"La mayoría de las familias son muy humildes. Algunas tienen dos o tres hijas en la academia. Ven a sus hijas como una oportunidad para tener una mejor vida", cuenta Velasquez al diario DailyMail. "Ser Miss Venezuela es un camino seguro para una niña pobre para tener dinero, fama y celebridad", añade.
El director de la academia Belankazar contó que muchas niñas dejan la escuela y consiguen hasta tres trabajos para poder pagar la academia. Con el dinero restante se someten a cirugías estéticas y a tratamientos extremos. Otras eligen otro camino: "A veces las chicas consiguen un novio con plata que pueda esponsorearlas.
Luego cuando le sacan toda la plata posible, buscan a otro", cuenta Velasquez. "Venezuela no tiene las mujeres más lindas, pero sí sabemos cómo producir una mujer bella y perfecta", añade el empresario.
En el centro de belleza aprenden los secretos de las "Miss": cómo caminar en una pasarela, cómo comportarse ante las luces, cómo bajar una escalera con tacones altos, qué gestos realizar ante cada paso, cómo sonreír. Nada está librado a la suerte o la improvisación.
Bruno Calderón es otro empresario de la belleza en Venezuela. Y promueve y justifica las cirugías: "Si el estómago de la pequeña no es perfecto, debería someterse a una liposucción. Si su nariz no tiene esa pequeña curva, entonces deberá hacerse un trabajo en la nariz. Si su pelo no es muy frondoso, entonces habrá que trasplantarle. Su sus dientes no son perfectos, entonces podemos esculpírselos".