Ni con el entonces presidente Felipe Calderón, protagonista de la guerra contra el narco y que visitó estas tierras en octubre del 2012 para fines similares, se ejecutó un operativo de seguridad tan excesivo en torno a un presidente de la República, como ocurrió este marters con Enrique Peña Nieto.
La circulación vehicular de un tramo de la carretera Internacional fue suspendida por más de una hora como parte del operativo de seguridad en el que participaron elementos de la Marina, Ejército, policías federal, estatal y municipal, además de grupos de auxilio como Cruz Roja, Bomberos y personal de Capufe.
Los elementos policiacos llegaron desde las 3 de la tarde, pero fue una hora y media después que impidieron el tránsito de vehículos de norte a sur a la altura del kilómetro 213, cinco kilómetros antes del ejido el Henequén donde se realizaba el evento, tras detectar una caravana de maestros que protestaban por la reforma educativa
Tres kilómetros más adelante, en el ejido Pancho Villa, se situó otro filtro de seguridad, compuesto de 4 patrullas de la Policía Federal Preventiva y un grupo antimotines de 80 elementos de seguridad, que solo dejaban pasar a personas que demostraran que eran de una comunidad o trabajaban en una empresa de los alrededores.
Fue en este lugar, donde elementos del Estado Mayor Presidencial, impidieron el acceso a medios de comunicación que se dirigían a la re inauguración del tramo carretero reparado con concreto hidráulico, bajo el argumento de que la ceremonia ya había iniciado aunque el suceso ocurrió antes de la hora programada.
De ese tamaño parece el miedo presidencial. Si eso ocurro en Sonora, donde no se avizoran problemas serios de seguridad, cómo será en Guerrero, Michoacán o Tamaulipas? ¿O fue acaso que se tomaron las providencias por aquello de que el municipio de Cajeme apareció en el ranking de las ciudades más inseguras del país?