Lo llaman "el corazón de la ciudad" pero este "corazón" no parece estar muy sano debido a la imagen decadente que presenta.
Calles con pavimento en pésimo estado, desaparición de negocios comerciales, edificios abandonados y sucios, omniprescencia del grafitti y comercio ambulante que se ha apoderado de las áreas peatonales, son la evidencia más clara del avanzado deterioro que desde varios años padece el centro de la ciudad.
Este espacio donde las actividades comerciales florecieron con el dinamismo de la economía regional en épocas pasadas, hoy paga el precio de los cambios propiciados por la globalidad, la corrupción y el monopolio político.
Proceso global
La decadencia del centro comercial no es un fenómeno exclusivo de Cd. Obregón; ocurre en otras urbes de México y muchos países.
El crecimiento urbano de ciudades medianas y la consolidación de las grandes firmas comerciales llevó a éstas a instalar sus tiendas o supermercados en la periferia de las ciudades, cerca de las nacientes y populosas áreas habitacionales donde se encuentran las masas de consumidores.
El centro donde confluyen todos los compradores y vendedores se convirtió así en un concepto comercial más propio del pasado que del presente.
Además los comerciantes tradicionales del centro debieron enfrentar la competencia gigantesca y feroz de los consorciosos que instalaron sucursales en este espacio borrando del mapa a sus competidores pequeños. El caso de las farmacias es el más conocido, pero no es el único.
En el caso de Cd. Obregón el deterioro del centro comercial se complementó al ser relegado por las sucesivas administraciones municipales ya fuera por escasez de recursos, o porque prefirieron impulsar el crecimiento de otros sectores donde confluyen intereses particulares derivados del acaparamiento del suelo urbano.
El ejemplo más ilustrativo es la construcción del nuevo estadio de beisbol, un proyecto surgido al amparo de intereses y ambiciones muy particulares, y al que se canalizan casi mil millones de pesos para impulsar el surgimiento de una "nueva Cd. Obregón", mientras se recorta la inversión pública que demandan con urgencia otras áreas de la ciudad, el centro entre ellas.
Y cuando la inversión llega para mejorar la infraestructura del centro de la ciudad, aparece la corrupción que merma la calidad de la obra pública. Calles del centro que han sido "rehabilitadas" y repavimentadas en poco tiempo se vuelven a llenar de baches y de otros problemas derivados del mal trabajo de las empresas contratistas, generalmente ligadas a los funcionarios públicos que las contratan.
Monopolio político
Aunado a lo anterior, los intereses políticos también han cotribuido al avanzado deterioro del centro de la ciudad, un espacio urbano que debe ser propiedad social y en la práctica se ha convertido en un coto de los grupos que integran la clase política dominante.
El mercado municipal es desde hace varios años la arena donde dos partidos políticos, el PRI y el PAN, se disputan el dominio territorial impidiendo el resurgimiento de este inmueble donde en otra época floreció el pequeño comercio de los locatarios y al que la clientela acudía con el entusiasmo que suscitan los tradicionales mercados mexicanos.
Y el espacio abierto de las calles y banquetas del centro cada vez es más angosto debido a la proliferación de vendedores ambulantes surgidos por la necesidad de quienes tenían en esta actividad su única opción de sobrevivencia, pero que al paso del tiempo fueron absorbidos, controlados y utilizados por el PRI.
Hoy, el proyecto de "reordenamiento" del centro de la ciudad no parece tener otro objetivo que asegurar las banquetas y calles para los comerciantes establecidos y vendedores ambulantes del PRI, y expulsar a los que no estén "regularizados", es decir, a quienes no pagan la protección que brinda el partido.
Así, Cd. Obregón tiene un centro cada vez más sucio, deteriorado y decadente, a merced de las crisis económicas recurrentes y dominado por intereses políticos que se apropian de la ciudad aquí y allá.