Con los materiales de reciclaje separados de la basura podría organizarse una empresa cooperativa donde varias familias obtendrían ingreso para su sostenimiento, dice el doctor Juan Mathieu Veillard.
Y con el zacate, las hierbas y las ramas podadas a los árboles se puede producir composta y venderla para la extensión de la agricultura orgánica.
"Así se distribuiría entre más gente el ingreso que genera el reciclaje y se fomentaría una mentalidad empresarial e industrial entre la población".
Sus palabras no aluden a la discusión actual sobre el tema de la basura, la política no está en la plática. Él habla como especialista y así presenta la oportunidad que nos ofrece una manejo diferente de las toneladas de basura que a diario producimos los cajemenses.
Pionero ecologista
Mathieu Veillard fue pionero de los temas ecológicos en nuestra ciudad, a donde llegó hace más de cuarenta años, en 1972, para hacerse cargo de la recién creada unidad del Tecnológico de Monterrey (ITESM - Obregón).
Desde entonces llamó la atención sobre el impacto de los agroquímicos en la salud humana, cuando el tema aún era incipiente, y promovió la adopción de prácticas elementales como el empleo de la malla sombra en la generación de microclimas y el uso de calentadores solares para ahorrar en el consumo de gas.
"Cuando conocí el Valle del Yaqui me lleamó la atención el uso indiscriminado de los agroquímicos, en particular los clorados como el DDT y el clordano, entre otros productos que ya estaban prohibidos en Estados Unidos pero aquí seguían aplicándose de manera indiscriminada. Estos productos tienen una permanencia residual de 50 años por lo que aún están presentes en los suelos del Valle", comenta.
Los nuevos productos tienen menos residualidad pero aún son tóxicos, y algunos como el glifosato, que hasta hace poco era usado aquí para limpiar canales, está prohibido en Europa desde hace varios años.
Pero mientras en Europa la tendencia es hacia la agricultura orgánica, aquí apunta al uso de transgénicos aunque se corran riesgos como la desaparición de las variedades autóctonas de maíz, el cereal de la cultura mexicana que terminará siendo propiedad de Monsanto, advierte.
Y vuelve a la comparación con la realidad europea: "Allá Monsanto es visto con reserva; aquí todavía nos tiene comprados".
Como pionero de temas ecológicos y desarrollo sustentable, Mathieu se aplicó también a la actividad empresarial e introdujo en nuestro medio el uso de malla sombra para la creación de microclimas y de calentadores solares de agua.
"Pero lo más importante es la educación, en especial la de jóvenes y niños que poco a poco van adoptando prácticas ambientales sencillas como levantar la basura o apartar los productos de reciclaje", comenta.
Reconoce sin embargo que a veces los cambios no son tan sencillos:
"Obregón es una ciudad resistente a los cambios en todos los sentidos, pero aún así se avanza".
Durante muchos años el doctor Mathieu Veillard fue un personaje importante en la difusión de la nueva cultura ecológico y hoy, con 82 años de edad, se dice "un poco empolvado" pero sigue atento a la innovación y todo aquello que propicie una mejor sociedad.
Expresa su optimismo pero también su frustración como ciudadano ante el deterioro de la educación y el activismo magisterial.
Lamenta la violencia que golpea a su ciudad, "pero esto no es exclusivo de aquí, es un problema nacional, está en todo el país, y no hay donde refugiarte contra esto".
Antes de este época violenta él tuvo opciones pero escogió a Cd. Obregón para crear a su familia, para jugar golf con los amigos, sentirse orgulloso de su jardín de plantas que se dan sólo con la protección de la malla sombra.
"Aquí he vivido muy agusto, es una ciudad con problemas, como todas, pero es vivible, con servicios y sin las complicaciones de grandes urbes".
"Ciudad Obregón es un lugar más compacto, más humano", lo dice por convicción.