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Con el peso de sus casi 80 años de edad, Francisco Leyva Villegas cayó en la escalera del Palacio Municipal, nadie pudo evitar el golpe que lo dejó aturdido y así, ayudadado por otras personas, pudo con dificultad descender hasta la planta baja.
Francisco sirvió a la comunidad durante 35 años como policía municipal y hoy es uno de los tantos ancianos que asisten a las reuniones realizadas por los programas de asistencia a la tercera edad, reuniones que a veces se realizan en el segundo piso de Palacio y no en la planta baja, como aconseja el sentido común.
Detrás de él, otro hombre de edad avanzada, con una pierna mutilada y recargado en su bastón, esperaba en el pasamanos de la escalera a que pasaran las decenas de ancianos que bajaban lentamente, agarrados de sus acompañantes y con temor también a sufrir una caída.
La de Francisco pudo evitarse si estuviera en funciones el elevador que con bombo y platillo inauguró el entonces alcalde Manolo Barro y que después, entre funcionarios de cara sonriente, declaró listo para funcionar el siguiente alcalde, Rogelio Díaz Brown.
Pese a su inauguración y reinauguración oficial, el elevador sólo ha funcionado por intervalos y la mayor parte del tiempo permanece cerrado, no sirve, pese al elevado costo que tuvo. Un fraude a la comunidad que nadie le reclama a los dos exalcaldes.
Ahora, Faustino Félix Chávez reconoce que este elevador no cumple con el objetivo para el que fue creado.
"Por eso falla, es un elevador de pistón y lo que hace falta aquí es uno de cuerdas", comenta el alcalde de hoy.
Asegura que ya está presupuestado uno nuevo cuyo costo asciende alrededor de un millón de pesos.
En los tiempos de la administración municipal tal vez no sea muy urgente instalar el nuevo elevador, o tal vez sí, pero mientras esto ocurre las personas discapacitadas y las de la tercera edad tendrán que enfrentar el riesgo de caer cuesta arriba o cuesta abajo.
