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Temprano en la mañana de este lunes corrió el rumor sobre el hallazgo de un cadáver (un "30" en la jerga policiaca) en el estacionamiento ubicado en la planta alta del Mercajeme.
De inmediato la tropa reporteril se abocó al lugar de los hechos y no faltó quien ya estuiera comentando en la radio "una ejecución más en Cajeme, se nos informa que fue hallado un cuerpo...".
Para cuando llegaron los reporteros el lugar ya estaba acordonado con la cinta amarilla de rigor, bien resguardada "la escena del crimen", bien asegurada la "cadena de custodia", y numerosos efectivos policiacos que, como comentó alguien, eran demasiados para dar fe de un presunto cadáver.
Después de pasados unos minutos, los necesarios para "hacerla de emoción", los agentes que rodeaban el cadáver se retiraron y aclararon que no era un cuerpo humano sino varios objetos, al parecer robados, que habían sido abandonados allí tal vez por el ladrón furtivo que no quiso o no pudo cargar con ellos porque "sintió pasos".
Más allá de este incidente y sus pormenores, quedó en evidencia una vez más la psicosis colectiva que hemos desarrollado en estos tiempos donde la aparición de cuerpos de gente asesinada es asunto cotidiano.
Signo de nuestros tiempos.
