Recostados entre los pastizales y la arena de las Islas Malvinas, a unos metros de pingüinos, elefantes marinos, albatros y otras especies, los mexicanos Sergio Tapiro y Claudio Contreras-Koob pasaban largas esperas para, cuando los animales se acostumbraran a su presencia, poder asomar las cámaras y capturar la vida silvestre de aquel territorio indómito.