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Los datos son contudentes: La disponibilidad de agua en la cuenca del río Yaqui ya es similar a la que se había previsto para fines de este siglo.
En las últimas dos décadas (1996 - 2017) el promedio de almacenamientos y escurrimientos en las presas del Yaqui disminuyó a un promedio de 2442 millones de metros cúbicos (Mm3), cifra similar a la pronosticada para las décadas que van de 2016 a 2090, advierte el doctor José Luis Minjares Lugo durante su participación en el Foro de Agricultura Sustentable.
Estudios científicos anuncian la disminución de las lluvias en los próximos años. El estado de Sonora, que actualmente tiene un promedio anual de precipitaciones por 370 milímetros, experimentará un descenso del 21.26 por ciento, mientras que el promedio de temperatura se incrementará 3.57 grados en el periodo 2061 - 2090.
Las causas obviamente se explican por el calentamiento global y el cambio climático, pero dichos conceptos aún están en debate. Lo evidente e innegable es que en nuestra región ya se están presentando los efectos de la nueva realidad climática.
El desino puede rebasarnos
Minjares analizó los escurrimientos y almacenamientos en las presas del río Yaqui desde 1965, año en el que inician los registros oficiales, hasta el 2017. La gráfica presentada aquí evidencia el descenso de los promedios en los años recientes.
En color azul claro se presentan los almacenamientos y en la línea azul los escurrimientos. Entre 1991 y 1993 aparece el valor máximo y en el 2003 la sequía más fuerte, explica el coordinador de los Distritos de Riego del Organismo de Cuencas del Noroeste (OCNO).
La línea roja horizontal es el promedio de los escurrimientos en los 22 años registrados: 3012 Mm3. Pero en la última parte de este período, desde 1996 al 2017 y destacada con la recta amarilla, el promedio de escurrimientos desciende a 2442 Mm3, una cifra similar a la que se tendría en la segunda mitad de este siglo de acuerdo con las probabilidades estadísticas.
El panorama luce desolador, como en la película "Cuando el destino nos alcance". Al parecer el destino ya nos alcanzó e incluso puede rebasarnos antes de lo previsto.
Necesaria, una Revolución Azul
Pero no es un panorama inevitable, hay alternativas para revertir estas tendencias.
Minjares habla de la necesidad de emprender una Revolución Azul. Así como la Revolución Verde logró incrementar la producción de alimentos, ahora estamos a tiempo de aplicar medidas para que la escasez de agua no sea tan drástica como lo augura una visión apocalíptica.
En el Valle del Yaqui, por ejemplo, se puede reducir de manera considerable la cantidad de agua que se desperdicia en el riego de cultivos aplicando sistemas que han dado resultados en otras regiones del mundo.
Y no es necesariamnte con sistemas de riego y otras tecnologías de alto precio.
Tampoco debe centrarse la solución en la creación de plantas desaladoras debido a su impacto ambiental. Si se construyeran grandes plantas en el litoral sonorense, el escosistema del Golfo de California lo resentiría de manera importante.
Es necesario racionalizar el uso de este recursos aplicando la ingeniería correcta, subraya Minjares durante su participación en el Foro organizado por el PIEAES, AOASS y el Distrito de Riego.
Por ejemplo, en el trazo de los surcos, en su longitud, deben hacerse modificaciones que reduzcan sensiblemente el desperdicio de agua.
Esta es solo una de otras alternativas que urgen para generar la Revolución Azul de la que dependerá en mucho que no lleguemos al panorama apocalíptico de la escasez y sequías que deberán enfrentar las próximas generaciones.
