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La liberación de Guillermo Padrés puso histéricos a los priistas sonorenses, a sus voceros mediáticos y a todos los que participaron en el linchamiento moral del exgobernador.
Lo menos que se dijo es que se trataba de un error de las autoridades judiciales del fuero federal, quienes reconocieron no la inocencia sino el derecho de Padrés a llevar fuera de la cárcel el juicio en su contra.
La crítica al juez federal esconde un detalle elemental: El error no es de ésto sino de la fiscalía sonorense que no supo acreditar con solvencia los delitos imputados al presunto culpable. Así de sencillo.
Es difícil creer en la inocencia de Padrés. Su estilo personal de gobernar fue muy similar al de sus antecesores priistas, con un manejo unipersonal de las instituciones y un tufo de corrupción que no solo se olía, también podía ser visto en la práctica administrativa y en el lujo ostentoso de varios de sus funcionarios. Los excesos su gobierno fueron parte de una cultura política forjada por los gobiernos priistas durante varias décadas, de allí que el electorado sonorense haya rechazado por igual al PRI y al PAN el pasado 1 de julio.
El comal y la olla
La campaña antipadresista en Sonora se ajusta a la moraleja de un dicho popular: "El comal le dijo a la olla, mira qué tiznada estás".
Padrés ha sido el enemigo público número 1 en Sonora creado por la maquinaria priista para darse baños de pureza.
La histriónica protesta por la reciente liberación del panista, los desplegados y declaraciones pretenden conmover a una sociedad que no cree en los alegatos de inocencia del acusado ni en la prí-stina pureza de los acusadores.
El "escándalo moral" suscitado por este caso tiene un objetivo diferente al de hace tres años.
Ya no es la victoria electoral sino desviar la atención de los episodios de presunta corrupción surgidos alrededor de los gobiernos priistas.
Desde los cuestionamientos a gobiernos municipales como los de Natanael Guerrero en Navojoa y Maloro Acosta en Hermosillo, a la presunta injerencia del gobierno estatal en el desvío de fondos federales hacia las campañas priistas, son temas graves que se pretende lavar con baños de pureza.
Ahora tenemos en Cajeme dos acusaciones documentadas por parte del regidor Rodrigo Bours sobre casos de presunta corrupción las administraciones municipales 2012-2015 y 2015-2018.
Pero es mejor entretenernos con el asunto padresista para no insistir en lo que hoy es imperativo resolver.
