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Con 50 casos registrados y 4 de defunciones del 02 al 08 de noviembre en Cajeme, la semana recién concluida es la que presenta el ínidice más bajo en los úlrimos seis meses (desde la segunda semana de mayo que presentó 28 casos y la tercera de ese mes que tuvo 58).
Esto puede interpretarse de dos maneras. La primera, en el contexto municipal se corre el riesgo de percibir la reducción de los registros como un "triunfo temprano" o justificación para continuar con la ampliación de horarios en diversas actividades, medida que se justifica por la necesidad de reactivar la economía local.
Tal postura implica un grave riesgo de mayor relajamiento social.
La segunda manera de interpretar el descenso de casos es una perspectiva racional que obliga a ser prudentes y no dejarse llevar por la buena noticia del momento.
Los rebrotes ocurridos en Europa, donde la segunda ola de coronavirus parece ser más grande que la primera, la advertencia de las autoridades nacionales (lópez Gatel y compañía) sobre un incremento de casos a nivel nacional, lo que hoy ocurre en Chihuahua, estado vecino, y los registros relativamente altos que sigue prensentando Hermosillo, deben servir de advertencia sobre el peligro que acecha a Cajeme en caso de un mayor relajamiento oficial y social.
Lo que ocurrió esta semana en la Liga Arco Mexicana del Pacífico, donde fue necesaria una suspensión temporal de los partidos debido al incremento de contagios en los equipos, es una realidad que hasta hace poco era negada incluso por las autoridades locales que se afanaban en obtener el permiso para que más gente fuera a los estadios.
