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La política es una actividad que la gente ha satanizado. En términos generales, la considera una profesión ausente de ética, fría, convenenciera y tramposa. ¿Qué me dirán si confieso que le he encontrado un aspecto conmovedor? Sí, la política es un vehículo de expresión de uno de los más elevados valores: el amor a la familia.
El Instituto Estatal Electoral acaba de dar a conocer la lista de los diputados plurinominales, aquellos que, como lo sabe el lector, entran al Congreso del Estado sin necesidad de hacer campaña gracias a que los directivos de su partido los ponen en la lista de espera (el IEE asigna uno, dos o más pluris al partido de acuerdo con el porcentaje de votación que haya captado; el primero que está en esa lista de antemano amarra diputación).
Pues bien, el presidente del comité estatal del PAN, Ernesto Munro, como todo buen padre hace todo lo posible por impulsar la carrera de su hijo del mismo nombre, y para lograrlo este año debe haber tenido dos pensamientos: el primero, que si lo anotaba en la lista de posibles pluris, algunos compañeros que habían soñado en que el sitio debería ser para ellos, se lo tomarían a mal; el segundo, que el futuro de su hijo es lo que más importa, pues si no pudo colocarlo ahora como candidato a gobernador, su nuevo cargo de diputado le dará la oportunidad para intentarlo dentro de seis años. ¿Se debe reprochar a Ernesto papá su decisión? Al contrario, hay que aplaudirlo. El amor de padre tiene preferencia.
Otra diputación plurinominal, ésta de MORENA, fue para Margarita Vélez de la Rocha, su nombre de soltera, y el apellido de casada: de Mariscal. El presidente municipal de Cajeme dijo en 2020, cuando apenas se abría el proceso electoral, que podría ser candidato a gobernador. No se pudo, pero esto no significa que no se podrá. Con su esposa en el Congreso será como si él, feliz cónyuge, tuviera puesto un pie en el campo de las posibilidades. Seguramente si en el partido dijo una palabra en favor de su esposa, no lo empujó el interés personal; sino el amor a ella. Les digo que en política topa uno con episodios conmovedores.
Estos son ejemplos sublimes del amor a los demás. ¿Y qué pasa con el amor a uno mismo? Es también sublime. Por eso los buenos cristianos enseñan a sus hijos a cuidar su salud, a ingerir alimentos sanos, a lavarse las manos y bañarse, es decir, a amarse a sí mismo. Ese sentimiento debe haber hecho al presidente del comité ejecutivo del PRI, Ernesto de Lucas, “el Pato”, a anotarse en la lista de aspirantes a pluris; no en el primer lugar, porque es modesto (y porque ese lugar estaba ocupado), sino en el segundo. En el primero ya estaba Natalia Rivera Grijalva que también será diputada plurinominal.
Hay que recordar de ella algo curioso. Hace seis años otorgó la protesta de Ley en el Congreso y se convirtió en diputada aunque sólo por unos minutos. La gobernadora Pavlovich la nombró secretaria técnica de su gabinete, y terminada la protesta solicitó licencia para separarse de su cargo. Estaba ahí su suplente, Karmen Aída Díaz Brown Ojeda, que con la misma rapidez se convirtió en diputada propietaria. ¿Y quién será ahora la suplente de Natalia? Para no tener que escribir el nombre tan largo: Karmen Aída Díaz Brown Ojeda, les diré como la mencionan en las páginas de sociales: Kiki.
(Con el comentario de hoy siento que le hago justicia a la política. No es tan fiera como la pintan… siempre que uno llegue a diputado plurinominal).
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