Después de una semana de no saberse nada de él, apapreció el punto que marca la abreviatura de CD en las letras emblemáticas instaladas en la Laguna del Náinari, frente a la esquina de calle Morelos y Kino.
Quién lo tenía, cómo regresó, cuánta falta nos hizo... son preguntas de un misterio insondable que sólo un Sherlock Holmes criollo podría revelar.