Un nuevo fenómeno migratorio vive Cajeme: El éxodo silencioso de familias cajemenses hacia Hermosillo.
Define a este fenómeno el perfil socioeconómico de los emigrantes: Familias de clase media hacia arriba que buscan entornos con más desarrollo, una interacción social más diversa y mejores opciones culturales.
La migración no es un hecho nuevo en Cajeme, el municipio que surgió y creció hasta la década de los sesenta (1960s) con pobladores que vinieron desde diferentes regiones del Estado y del resto del país.
Pero a partir de la década de los ochenta y con mayor dinámica en los noventas (1990s), un alto número de cajemenses iniciaron el éxodo hacia otras latitudes. Estos emigrantes fueron casi en su totalidad personas de la clase trabajadora desesperadas por la evolución de una economía sustentada en la apertura de empleos mal remunerados, casi de subsistencia, y una concentranción de la riqueza cada vez más ostentosa en una élite social y política.
Otro factor importante fue el empobrecimiento de la clase media rural, conformada por la población ejidal y pequeños propietarios, y que fue arrollada por el impacto de las reformas salinistas en el sector primario de la economía.
Familias enteras buscaron y encontraron nuevas opciones en ciudades como Tijuana, Phoenix, Los Ángeles y Las Vegas, urbes donde la "colonia cajemense" es numerosa.
Un caso singular en estas olas migratorias es el de los jóvenes que forman una legión en Boston.
El nuevo éxodo
Hoy estamos ante una nueva ola de emigrantes que no van muy lejos, la mayoría sólo llega a Hermosillo y su impulso obedece no tanto a razones económicas sino al hartazgo por la crisis de seguridad pública, el deterioro de la infraestructura urbana que impacta incluso a zonas residenciales y un atmósfera sociocultural asfixiante para personas de buen nivel económico y educativo.
"Nos cansamos de despertar todos los días con el mismo tema de conversación: A cuántos mataron ayer. Abres el Facebook, oyes los noticieros y los comentarios son acerca de balaceras, ejecuciones y desaparecidos", expresa con enfado una señora. Ella y su marido dejaron el arraigo de toda la vida, aquí nacieron, para establecerse en Hermosillo.
El deseo de que los hijos crezcan en "un ambiente más sano y con mejores opciones" es otro argumento, pero también abundan las personas de edad madura cuyos hijos ya son adultos jóvenes instalados en otras ciudades y piensan que vivir en Hermosillo en más cómodo.
Las comparaciones son odiosas pero inevitables, por eso también es común mencionar el crecimiento y el dinamismo económico de ciudades que hace unas décadas estaban a la par de Obregón y hoy la han rebasado de manera evidente, como Los Mochis y por supuesto la capital sonorense.
La asfixia cultural
En Hermosillo hay diversidad, hay opciones para todos, aquí sólo es el paseo en la Laguna y el baile populachero en Cócorit, dice contundente un maestro jubilado que idealiza las oferta cultural de la capital sonorense. Allá hay conciertos, teatro, recreación sana en las plazas, vida universitaria...
Esto último es significativo pues desde hace tiempo se viene señalando el escaso impacto cultural de las tantas universidades instaladas en Cajeme, incluyendo al ITSON, que si bien forman nuevos profesionistas, sus agendas culturales son intramuros, sin mayor trascendencia social, salvo uno o dos casos excepcionales.
Una faceta de la vida cultural, la diversión de los jóvenes, también muestra su debilitamiento con la creciente generación que prefiere pasar el fin de semana en San Carlos antes que quedarse a dar vueltas por la calle Miguel Alemán (el paseo en la avenida Náinari hace mucho que dejó de ser una opción).
Figuran también en la nueva ola migratoria los políticos profesionales que prefieren vivir en la capital, el epicentro del poder burocrático, donde "se reparte el queso" e interactúan con más personajes afines.
Los que se quedan
No, no es un éxodo masivo pero sí representativo de un sector desencantado, harto de la rutina local.
Y frente a los que se van están los que se quedan, hombres y mujeres que desde distintas posiciones se esfuerzan por recuperar la imagen positiva de una comunidad que pese a sus problemas y desequilibrios es el lugar donde les tocó vivir y donde están seguros que habrá un mejor futuro para todos.