En los albores de lo que ahora es Cd. Obregón se instaló este enorme galerón para dar lugar al mercado regional.
Al fondo de éste, había un edificio en donde vivía Miguel Cabanillas quien ahí tuvo una fábrica de calzado; posteriormente, en la parte de abajo se instaló el taller de tornos y soldadura de un alemán muy competente llamado Hans Shafenaker.
Dicha construcción fue demolida a principio de 1966; estaba situada del lado oriente de la rúa 5 de Febrero.
Ante la necesidad de algo mejor para el pueblo, ya en tiempos que llegaron con un mayor apoyo y organización municipal se construyeron unas instalaciones bonitas y funcionales, a las que desafortunadamente la falta de pavimento no dejaban lucir, como lo hicieron en 1956 cuando se vistieron las calles con la capa asfáltica.
El pueblo ya tenía algo mejor, higiénico, funcional, cómodo, daba gusto asistir a comprar. La obra fue una ilusión cristalizada en la administración del Profr. Heriberto Salazar S., quien al recibir la jefatura del Ayuntamiento, apoyado por el Gral. Abelardo L. Rodríguez, lo construyó, poniendo todo su entusiasmo, factor principal para que con una arquitectura de cómodos espacios abiertos, se luciera bien y prestara servicios que cubrieran la necesidad.
La nueva versión del Mercado Municipal, lograda en esos años en que hacía tanta falta, una vez terminada fue muy admirada ya que en ninguna ciudad del Estado había uno tan bonito y funcional.
Cuando se inauguró, instalaron una placa conmemorativa que ahora ha quedado relegada.
Posteriormente, para mejorar se le hizo una primera remodelación, en la que se respetó su estilo original y toda la gente siguió asistiendo a su tradicional toma de café y satisfacer su alimentación a la hora que fuera.
Pero llegó la reconstrucción de 1993 que acabó con la rústica belleza arquitectónica de sus espacios abiertos y creó un antiestético monstruo cuadriforme con pequeños cubículos que se ha pretendido, en algunos casos, volver a vender a «precio de oro» a quienes desde el principio del mercado los adquirieron y ya habían pagado en administraciones anteriores y ahora, sencillamente no sacan para liquidar el nuevo cobro que les hacen por la «remodelación». Además este nuevo reacomodo desterró a los tradicionales tomadores de café, a los menuderos diurnos y nocturnos, y a la «raza» que giraba a toda hora en torno y le daba vida a un mercado, con sabor provinciano sonorense, no de plaza guacha, ni pocha.
En tiempos, cuando no fluían los fondos de la Federación, como ahora sucede, tenía su mérito ejecutar obras. Otras muestras de la administración del Profr: Heriberto Salazar, fueron la amplia Escuela Fernando F. Dworak, cuyo edificio aún hasta la fecha está en servicio. Igualmente se construyó el Parque de Béisbol «Gral. Álvaro Obregón», que cubrió la época de los Patos Arroceros, Trigueros y hasta llegar a los ahora Yaquis de Cd. Obregón., estadio que cedió su espacio a nuestro orgullo regional, el ITSON.
Fuente: Gassos Barrios, Jorge. Forjadores de un Destino… El Valle del Yaqui.