El dolor no tiene "perspectiva de género" cuando se habla de desaparecidos.
Es el mismo dolor lascerante, angustioso, que arranca una parte de la vida a quien le han desaparecido un hijo o una hija, padre o madre, hermana o hermano.
Hoy toca recordar y reclamar por más de 600 hombres que en años recientes han sido víctimas de desaparición forzada en Cajeme.
Por ellos marcha un grupo pequeños de mujeres y niños por las calles de la ciudad, desde el Teatro del ITSON hasta Palacio Municipal, y de allí al edificio de la Fiscalía General de Justicia del Estado donde exigen que se busque y encuentre a los desaparecidos.
Con la misma vehemencia que han reclamado la reaparición de sus hijas, las Rastreadoras de Cd. Obregón marchan solidarias en compañía de las familias que buscan a uno de sus hombres.
Juana Aguirre Avitia invita a quienes tengan un desaparecido salgan a gritar por él.
Como hombres ellos también merecen la atención de las autoridades pero sobre todo la de una ciudadanía que se muestra apática ante la tragedia de más de 600 familias cajemenses.
Tan apática como otros personajes y colectivos que suelen buscar reflectores sólo cuando las marchas tienen "perspectiva de género". Y como varios medios de comunicación indiferentes.
El dolor es un asunto privado, íntimo, tal vez por eso son unas cuantas personas las que marchan por los desaparecidos.