El 13 de mayo de 2021, mientras Abel Murrieta Gutiérrez repartía propaganda en la calle, a las 16.30 horas, lo asesinaron a balazos. Era candidato a presidente municipal de Cajeme por el Partido Movimiento Ciudadano. Había sido toda su vida miembro del PRI pero su jefe político, Ricardo Bours, fiel a los lazos familiares, prefirió apoyar a su hermano Rodrigo.
¿Lo asesinó el crimen organizado para evitar que, como presidente municipal, se lanzara a combatir a fondo a los criminales? Abel Murrieta podría haber ganado si hubiera participado con su partido de siempre y con el apoyo de su citado jefe político. Es irónico que éste haya dejado de lado su mejor carta en beneficio de su hermano, con menos experiencia, menos aptitudes, menos carisma que Abel. El error se puso de manifiesto en el triste 4o lugar que con un miserable 6.50 por ciento de la votación obtuvo el candidato sustituto del MC, Gustavo Almada.
El licenciado Murrieta Gutiérrez fue procurador de Justicia del gobernador Bours y procurador también del gobernador Padrés durante casi la mitad de su periodo. ¿Le cobraron con su vida viejas rencillas, delincuentes que cuando desempeñaba aquel cargo mandó a la cárcel? Es poco probable que haya sido así, pues había transcurrido una decena de años desde que dejó esa responsabilidad.
En los días que siguieron al homicidio se consideró que estaría relacionado con los asesinos de la familia Le Baron, de la que Abel era abogado. A la fecha, y gracias al empeño que ha puesto el presidente AMLO en el caso, han sido atrapados varios de los que masacraron a la familia. Como, desde luego, fueron interrogados, la fiscal general tendrá elementos para responder afirmativa o negativamente a la cuestión.
Pero no lo ha hecho. Al arribar al primer aniversario de misterio oprobioso, dijo que no quita el dedo del renglón. ¡Curioso sería que intentara quitarlo, si la Ley le exige que insista en la investigación hasta atrapar al asesino o asesinos, y hallar la respuesta a la pregunta ¿POR QUÉ?
Los asesinos no sólo mataron a un hombre que fue funcionario probo y ciudadano ejemplar, destrozó a una familia y la sumió en el dolor permanente. ¿Quién puede pensar en “quitar el dedo del renglón”?
