Me gusta la tarde para invocar recuerdos, gratos, para no perder el tiempo.
Memorias idas cual golondrinas que no hicieron verano.
La mano, diciendo adiós en la estación de trenes que ya no existe.
La cola del cometa que resiste, elevarse serpenteando en rebeldía.
Me gusta una tarde como ésta recordándome mecerme entre sus brazos, sintiendo la empalagosa mirada de mi madre, cantando ese “Ru” que no se olvida, y que invitaba siesta.
Me gusta esta tarde que me invita, a soñar despierto con tus ojos, el ultimo abrazo, la mirada en tu espalda y en tus pisadas que se alejan para perderse, la tarde-noche del adiós cuando partiste, al mundo del olvido.
Me gustan los atardeceres con su fuego, cómo se esconden cuando el sol se apaga.
Me gusta una tarde como esta para decir adiós.
Hasta mañana.