La narcocultura ha penetrado varias capas de la cultura mexicana. Una de ellas es el de la estética buchona. Ya se han escrito muchos reportajes sobre esas mujeres que han modificado partes de su fisonomía gracias a la cirugía estética, visten ropa sensual y suelen encontrar el amor de su vida o su sugar dady en hombres de la delincuencia organizada.
Frente a ellas ha surgido la respuesta masculina: Los alucines, jóvenes que visten como narcos, escuchan narco corridos a todo volumen y adoptan el acento sinaloense con los términos más comunes, la v... en primer lugar. "Alucinan" que son capos mafiosos o soldados del crimen organizado.
Pero la mayoría de los alucines no son narcos y tal vez nunca lo serán. Muchos son jóvenes tímidos y pacíficos que con su imitación del estilo narco se sienten temerarios o simplemente más machos. Son ejemplares del nuevo machismo mexicano.
Su sueño es tener una gran camioneta con el equipo de sonido más estridente para pasear en el barrio exhibiendo su gusto por los narcocorridos.
El reportero Manuel González Vargas (sinembargo.mx) menciona los videos que recomiendan "cómo vestirse “alucín” sin gastar mucho dinero. Los tutoriales son los que más visitas concentran. En otros, jóvenes interpretan narcocorridos y en algunos más, otros se mofan de los mismos “alucines” e incluso replican sus videos de forma paródica"-
Siempre hay un "alucín" cerca. No sólo en el barrio. También en el área de trabajo, en la oficina, dondequiera que haya un hombre necesitado de llamar la atención y reafirmar su machismo sin tener más formación intelectual que la exposición cotidiana a la música, símbolos y valores de la narcocultura.