Dentro de las enfermedades infecciosas que aquejan a los humanos, las enfermedades diarreicas agudas ocasionadas por el consumo de alimentos y agua contaminada son la principal causa de morbilidad y mortalidad en todo el mundo.
Estos padecimientos son causados, principalmente, por bacterias, parásitos y virus; estos últimos son los más frecuentes, pero menos documentados.
En México, cada año se reportan de cinco a seis millones de casos de diarreas agudas; sin embargo, el 94% de los casos se clasifican como “mal definidas”, sin que se determine el organismo causante de la enfermedad, por lo que se reporta la posible fuente de infección con base en el cuadro clínico del paciente.
La literatura científica ha sugerido que las y los viajeros nacionales e internacionales contribuyen en gran medida con la propagación de las enfermedades infecciosas alrededor del mundo. Dos grupos de virus entéricos que contribuyen significativamente con los casos de infecciones diarreicas agudas en todo el mundo son los norovirus y enterovirus humanos.
Estos virus se transmiten por la ruta fecal-oral y sus viriones (material genético) se eliminan, principalmente, a través de las heces, que posteriormente se liberan al ambiente por medio de las aguas residuales.
Como parte de su formación académica como maestra en ciencias en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), Roxana Alicia Cázares Olivas se propuso estudiar la incidencia de virus entéricos en aguas residuales de depósitos de autobuses, ya que esta estrategia se considera una herramienta útil en epidemiología, debido a que ofrece información de la presencia de patógenos específicos en una población dada, y es un tema poco estudiado en México.
Bajo la dirección académica del profesor investigador Osvaldo López Cuevas, académico de la Coordinación Regional Culiacán del CIAD, la alumna desarrolló un proyecto cuyo objetivo fue determinar la presencia de enterovirus y genogrupos de norovirus humanos en aguas residuales del municipio de Culiacán, Sinaloa.
Como parte del experimento se recolectaron 16 muestras de aguas residuales en los reservorios de autobuses foráneos e internacionales en dicho municipio, con una frecuencia semanal durante los meses de febrero, marzo y abril de 2022. Las muestras se concentraron por precipitación con polietilenglicol 6000 y cloruro de sodio, seguido de la extracción de ARN total y determinación de la presencia de los virus por RT-PCR en tiempo real.
Entre sus hallazgos, la estudiante encontró que de las dieciséis muestras de aguas residuales analizadas se detectó la presencia de norovirus GII en dos de ellas, mientras que el enterovirus no se detectó en ninguna de las muestras analizadas.
La evidencia obtenida en el proyecto sustenta, de acuerdo con Cázares Olivas, que las personas que viajan portan virus entéricos, lo cual aumenta las probabilidades de dispersión de infecciones diarreicas en las poblaciones a las que arriban.
Tal como hemos aprendido a vivir en una “nueva normalidad” debido a la contingencia sanitaria que trajo consigo la pandemia por el covid-19, debemos tomar medidas de prevención para evitar contraer enfermedades diarreicas cuando viajamos por autobús, explicó la estudiante.
Algunas de las consideraciones que podemos tomar en cuenta son mantener una buena higiene a través del lavado de manos, más aún cuando tocamos superficies potencialmente contaminadas en espacios públicos. Un claro ejemplo es la potencial transferencia de microorganismos patógenos a los pasamanos y otros objetos de los autobuses por personas portadoras de estos, lo que conlleva a la infección de otros pasajeros si no se aplican las medidas sanitarias, concluyó.