Mi muy recordada niña _________ hace aproximadamente 30 años, tuve la oportunidad de asistir, como pediatra, a tu nacimiento; acudí por un casual llamado de un compañero ginecólogo que vigiló todo el embarazo de tu madre, fuiste la primera gestación de tus queridos padres. Me llamaron tal vez, al no encontrar al pediatra de su equipo. Se comunicaron conmigo, estando tú mamita en quirófano, para realizarle la operación cesárea (por esa vía fue tu nacimiento: “saliste al mundo por la azotea, porque no podías salir por la puerta, por donde sale la mayoría de los bebes, o sea nacen por la vía normal”). Me vestí con ropa para entrar a quirófano, encontrándose todo el equipo médico y de enfermería, solo faltaba el Pediatra (yo).
Entré saludando al personal que junto conmigo, formamos el comité de recepción de bienvenida a este mundo. Lo primero que le pregunté al ginecólogo fue el nombre y edad de tu madre, los antecedentes del control del embarazo y por supuesto el motivo de la operación y el por qué no pudiste nacer por parto normal (los médicos le llaman parto eutócico); por qué sacarte “por la azotea (cesárea). El compañero Gineco-obstetra me explicó rápidamente, que el control mensual del embarazo, todo fue normal, era un embarazo de término (39 a 40 semanas de gestación), pero tu madre presentaba una estrechez pélvica, por lo que tu cabecita no podría pasar (en medicina se llama desproporción céfalo-pélvica), El “producto” estaba bien (porque no dicen el o la bebé). No medio más detalles.
Se realiza la operación cesárea sin complicaciones, retardo uno o dos minutos en cortarte el cordón que te unía íntimamente a tu madre. Mientras te aspiro con una perilla por tu boquita y luego por tu naricita, seco tu cuerpecito, y antes del minuto, sueltas tu maravilloso llanto de vida, de alegría de venir a este mundo. Tu calificación llamada de APGAR al minuto fue de 9, te corto y ligo el cordón umbilical y tu calificación es a los 5 minutos de 10. Realizo exploración clínica, no encuentro patología alguna (ni cardiológica a la auscultación). Te arropo con dos campos quirúrgicos, te llevo con tu madre para que se “vean” porque antes, estando tú en su matriz, solo se sentían: ella haciéndote cariños, cantándote y tú le respondías, dando pataditas con tus piecitos a las paredes del útero. Tú madre te besó tiernamente llorando de felicidad, calmando tu llanto con solo poner al contacto su piel con la tuya y prenderte a sus pechos que fue por donde te alimentaria por varios meses (después lo supe). Te llevan a cuneros mientras se termina el proceso quirúrgico y se recupera tu mami. Mientras le informo tu estado de salud al ginecólogo; Tú estabas bien, que solo me preocupaba –le digo- que tu fenotipo (tu apariencia física) es compatible con el síndrome de Down. El compañero médico no me creía hasta que fuimos juntos a cuneros. Esperé que tus padres estuvieran contigo en el cuarto que ocupaban del hospital para informarles. Al darle el diagnóstico, se angustiaron pero una vez que se tranquilizaron de que Tú estabas bien, diciéndoles: que con tu llegada habían sido bendecidos con un verdadero angelito, una personita, que iba a alegrar sus vidas durante mucho tiempo, porque todos ustedes con capacidades diferentes, son unas persona tranquilas, simpáticas, personitas muy cariñosas, nunca problemáticas y que afortunadamente tu corazoncito estaba libre de patología congénita. Un corazón para brindar solo amor. Entre otras cuestiones de lo que verdaderamente eras y serás e el futuro.
Te vi solo tres veces en mi consulta, cuando te llevaron a revisión, con el estudio genético que confirmaba la trisomía 21, te revise después al mes y a los dos meses. Toda cursaba bien. No te volví a ver.
Casualmente, cuando tenías dos años; me encontré con tus padres en un centro comercial, tú ibas elegantemente vestida. Ellos me llamaron – Doctor- ¿se acuerda de nosotros? Sí, les respondí, como no me he de acordar de ustedes y de esta hermosa bebita vestida de princesita. Tú me sonreíste, porque nos conocíamos en tu nacimiento y dos veces más – ¡creo que me recuerda! Pensé. Doctor, tú madre me dice ¡cuánta razón tenía! la bebe ha sido, es nuestra alegría, nos hace muy felices, la queremos muchos, pero pensamos que ella nos quiere más, es una nenita cariñosa y a pesar de su edad es bondadosa, es la alegría de la casa. Me comentaron que cunado cumpliste 3 meses de edad, se mudaron de la ciudad, y vinieron a visitar a unos familiares. Le dios gusto verme y que yo viera a su preciosa niña.
Sé que para estas fechas, estás por cumplir 30 años, y que sigues siendo el angelito que hace feliz la vida de tus padres y probablemente la de unos hermanitos .Que eres muy sociable.
Te escribo, porque hoy me acordé de ti y de otros niños que me ha tocado recibir o convivir con sus padres y he sentido el cariño que les profesan estos amorosos y responsables padres, igual amor que te dan tus padres. Sé que tú le has dado mucho más.
Recibe mi cariño y mi hermoso recuerdo hacia una personita, como todos los que son como tú; unos verdaderos angelitos que dan paz a este mundo convulso.
Te envío un amoroso y tierno abrazo, al igual que a tus bondadosos padres, que los ayudes a seguir siendo felices en familia.
raulhcampag@hotmail.com.
@RaulHectorCamp1