El 2 de diciembre del 2015 ocurrió la terrible masacre ordenada por Pancho Villa en San Pedro de la Cueva, Sonora, crimen de lesa humanidad que dejó un saldo de 85 habitantes fusilados.
Debido a los constantes ataques de gavilleros y soldados desertores que asolaban a la región, los habitantes del pueblo habían decidido organizarse en grupos armados para explorar los caminos. En esos días llegó el rumor de que se acercaban partidas de bandidos y el primero de diciembre un grupo de vecinos encabezados por el presidente municipal José María Cruz, Pedro Félix y Práxedes Noriega, abrió fuego desde el cerro del Cajete contra hombres armados, sin saber que se trataba de un grupo de villistas.
Después de algunos minutos de tiroteo, al percatarse de que habían entrado en contacto con un fuerza armada numerosas, los defensores huyeron a los cerros cercanos, dejando muerto a su compañero Mauricio Noriega y a cinco hombres más de Villa.
Al siguiente día, Villa se encontraba enfurecido por lo sucedido, así que ordenó a Margarito Orozco que arrestara a todos los habitantes del pueblo, incluyendo a mujeres y niños. Fue entonces que los villistas registraron casa por casa y reclutaron casi 300 civiles frente al templo parroquial.
Los villistas dieron inicio con las detonaciones, fusilaban de cuatro en cuadro o de seis en seis, mientras los menos de edad que no fueron perdonados caminaban hacia atrás en medio del llanto y suplicando que les perdonaran la vida.
El cura Flores regresó ante Villa y de rodillas le imploró que perdonara a los prisioneros, pero éste no lo escucho y lo amenazó de muerte. La matanza continuó y el sacerdote volvió a suplicar, sin embargo esta vez Villa sacó su pistola y le disparó en dos ocasiones en el costado izquierdo y otro en la cabeza.
Este evento continuó hasta que el coronel Bracamontes, originario de Sonora, sacó su pistola y retó a Villa a sacar la suya, mientras le gritaba que no iba a morir ni un hombre más, entonces Villa volteó a la fila de condenados y perdonó la vida de nueve adolescentes y 14 adultos. Pero 86 hombres fueron ejecutados, 80 habitantes, seis de ellos chinos y 5 fuereños.
Tras el atentado, varias mujeres fueron violadas por los villistas, a partir de eso Villa ordenó incendiar el pueblo y desde las alturas de la iglesia de Batuc, constató que sus órdenes habían sido cumplidas. Actualmente existe un monumento y una placa con los nombres de los vecinos sacrificados.
Tomado de el libro Masacre en San Pedro de la Cueva de Nicolás Pineda, investigador de El Colegio de Sonora.
PIE DE FOTO:
Fotografía tomada en 1917. Aparecen mujeres viudas e hijos huérfanos de San Pedro de la Cueva, dos años después de la matanza de los hombres de ese poblado por órdenes de Francisco Villa. La foto fue cedida al Museo Costumbrista de ese pueblo por familiares de Pedro Calles, según la cronista María Esther Noriega.