Publicado originalmente el 20 de diciembre de 2016
El regalo navideño le llega cuatro días adelantado al Club Yaquis al otorgarle el Cabildo de Cajeme la concesión del nuevo estadio de beisbol por un contrato multianual de 30 años y con un precio de inicio de 5 millones de pesos (mdp) por año.
De esa cantidad, los privilegiados concesionarios sólo pagarán tres mdp en efectivo y dos mdp en especie, consistente ésta en 1 mdp en boletos para que el DIF los distribuya y 1 mdp en publicidad del Ayuntamiento dentro del estadio, una publicidad que no debería tener un costo pues el municipio es dueño del inmueble y en tiempos de austeridad como los actuales no está para gastar donde no es necesario.
En una temporada normal y con la asistencia promedio que ha tenido el estadio esta temporada, 3 mdp se obtienen con la taquilla del juego inaugural y dos o tres series de la primera vuelta, cuatro a lo sumo si el equipo está en mala racha y baja la asistencia promedio.
Pero además de los ingresos por taquilla, se obtienen otros ingresos siginificativos por derechos de transmisión en radio y televisión, venta de souvenirs, publicidad en el estadio, concesión de espacios para venta de comida, venta de refrescos y fritangas, estacionamiento y, lo mejor, la venta de cerveza, que esta temporada ha sido en gran cantidad pues además de la que se vende durante el juego, una vez que éste concluye "la fiesta" sigue con música de banda y los puestos cerveceros abiertos hasta pasada la medianoche, convirtiendo así al estadio en la cantina más grande de Cd. Obregón.
Se dirá, por otra parte, que tener deporte profesional en una ciudad como la nuestra tiene un costo elevado. No sólo en la contratación de jugadores sino además en el personal administrativo y operativo así como en el mantenimiento del inmueble.
Pero en el caso de los Yaquis, al menos en esta temporada, no puede hablarse de una nómina demasiado alta y los costos de mantenimiento tampoco justifican el regalo de este gran negocio hecho con un proyecto que a los contribuyentes les costó casi mil millones de pesos y a cambio no reciben nada.
El solo precio del inmueble, alrededor de 450 mdp, y el pago en efectivo de la concesión, 3 mdp, es tan mal negocio para el Ayuntamiento que éste tardará 150 años en recuperar lo invertido.
Espectáculo cada vez menos popular
Durante la discusión en Cabildo sobre este tema, la regidora Silvia Godoy rechazó de manera despectiva que se discutiera esta concesión por considerar que el deporte es un bien social.
Podría ser cierto su afirmación, pero es un bien demasiado caro y que sólo beneficia a unos cuantos, además de que el beisbol profesional en nuestra ciudad cada vez está más lejos de las clases populares por el alto costo que tienen los boletos y el gasto extra que implica el consumo de antojitos y bebidas.
En esta temporada se ha evidenciado más este alejamiento del beisbol respecto a las clases populares de donde surgen la mayoría de los jugadores y donde están los aficionados que ponen la alegría en los juegos.
El beisbol profesional se está convirtiendo en un deporte de clases medias y altas, y la concesión aprobada por Cabildo demuestra además que tenían razón quienes han catalogado al nuevo estadio como "un monumento a la corrupción".